sábado, 13 de enero de 2018

TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS

Enero es, tradicionalmente, mes de grandes estrenos, cosechando en España los estrenos correspondientes al año pasado con esperanzas de entrar en la carrera de los Oscars. Y Tres anuncios en las afueras, una de las grandes vencedoras de los recientes Globos de Oro, es un buen ejemplo de ello.
Se pueden decir muchas alabanzas de la nueva película de Martin McDonagh, director y guionista de la magnifica Escondidos en Brujas y la muy interesante Siete psicópatas, como las portentosas interpretaciones de sus protagonistas, en especial una sublime Frances McDormand y un Woody Harrelson también muy solvente, el brillante retrato de la América profunda (con un cierto deje que recuerda el estilo de los Hermanos Coen, no es casual que McDormand sea la protagonista), o la intensa puesta en escena de McDonagh, que no permite que en ningún momento decaiga la historia ni se empape en sensiblería barata. El gran mérito del guion de McDormand es ser capaz de confeccionar una historia tan divertida, capaz de arrancar grandes carcajadas, con un trasfondo tan duro como es la muerte de una hija tras su violación o el cáncer terminal de un padre de familia.
McDormand viaja a la América rural para componer un relato de perdedores, de personajes muy estúpidos y de limitadas reflexiones, que sin embargo se instalan en el corazón del espectador y consiguen enternecerlo. Es por eso que no hay aquí buenos ni malos, y cada nuevo giro argumental invitan a cambiar de idea hacia lo que se siente hacia un personaje u otro, hasta acabar siendo esto una fábula sobre la familia y la amistad.
Resulta curioso que amparándose en personajes y situaciones tan tópicas, McDonagh consigue ser muy original, rompiendo los esquemas que uno pudiera hacerse en la imaginación a partir de la premisa argumental (una madre que paga por colocar unos anuncios insultando a la policía por sus nulos avances en el asesinato de su familia), y cuya sabia elección de los actores protagonistas es una jugada maestra más para llevar al espectador a su terreno.
Tres anuncios en las afueras tiene mucho humor, humor muy negro e insano, que se entremezcla con el drama en un difícil equilibrio que sin embargo no rechina en ningún momento, sumergiendo al espectador en una montaña rusa emocional que roza la perfección. Eso lo aprovecha su autor para divagar sobre el bien y el mal, cargando de matices grises a sus protagonistas, tan odiosos en unos momentos como capaces de merecer la redención al otro. Y lo hace, además, manejando con maestría un recurso tan poco cinematográfico, a priori, como es el uso de tres cartas que dibujan a la perfección tres momentos vitales del film.
Tres anuncios en las afueras es, sin duda, una de las mejores películas del año. Una delicia que merece ser considerado desde ya un clásico moderno y cuyos premios ganados y por ganar serán sin duda merecidos.
Valoración: Nueve sobre diez.

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