sábado, 11 de noviembre de 2017

THE CRUCIFIXION, una bella estampa para una rutinaria película

Rodada antes de La piel fría, The Crucifixion supone el retorno definitivo de Xavier Gens al cine de terror después de aquella fallida Hitman. Para ello se basa, ¿cómo no?, en una historia real sobre posesiones demoníacas y exorcismos varios.
Para no perder la costumbre, el protagonismo cae en alguien escéptico que, a fuerza de darse sustos que solo consiguen transmitirse al espectador mediante las obligadas subidas de volumen, termina creyendo. Este es solo el primero de los muchos tópicos de una película que da la sensación de haberse visto ya mil veces.
Con todo, Gens hace un buen trabajo artístico, y la película está impecablemente filmada. No puedo ponerle ningún, pero al aspecto técnico de la misma, ni me llega a molestar lo suficiente el trabajo de Sophie Cookson (aunque me gustó más como secundaria en Kingsman y su secuela), protagonista absoluta de la trama. El problema está en la imposibilidad de creerse nada de lo que sucede en pantalla.
No voy a entrar a valorar aquí la veracidad de los hechos expuestos, eso queda para un debate sobre teología/satanismo que no corresponde a este blog. El problema no lo tengo con los “demonios” que puedan pulular por ahí. Lo que no me llego a creer en ningún momento es a los protagonistas vivos, a esa joven periodista que se cuela por donde le da la gana cual Lois Lane de baratillo, a ese cura “modernete y molón”, a esa familia reservada y arisca que de golpe parecen los mejores amigos de la prota…
Nada de lo que sucede en la película corresponde a una coherencia narrativa que pueda llegar a transmitir algo al espectador, por lo que el resultado final, a habidas cuentas de que no se trata de ninguna propuesta novedosa, termina por aburrir. Podría ser, incluso, que, en la primera parte de la película, donde los sustos brillan por su ausencia, un par de diálogos alrededor de la fe y la iglesia resulten más interesantes que la propia sobre la investigación tras un exorcismo, algo que se hacía de manera mucho más interesante, por ejemplo, en El exorcismo de Emily Rose.
Personajes ridículos y torpes siempre en función de la historia en un film donde lo mejor resultan los magníficos paisajes de Rumanía y sus míticos monasterios. Los sustos, al final, son lo de menos.

Valoración: Cuatro sobre diez.

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