lunes, 13 de noviembre de 2017

ORO, en busca de El Dorado

Dejando de lado Solo quiero caminar, que pasó bastante desapercibida por las pantallas, Agustín Díaz Yanes es siempre recordado por la irregular Alatriste. Ahora, once años después, vuelve a contar con la colaboración de Arturo Pérez-Reverte en una extraña maniobra con la que se adapta una historia inédita para la que el propio escritor firma también el guion.
Con un despliegue algo menos ambicioso que Alatriste pero una mejor factura técnica, Oro es la epopeya de unos conquistadores españoles en busca de una ciudad de Las Indias que se supone estaba hecha toda de oro, desde las paredes de las casas hasta los propios tejados. Estamos, por tanto, ante una aventura con tintes bélicos, una historia de supervivencia en la selva amazónica que no es, en el fondo, más que una mera excusa para hablar sobre la crueldad y la mezquindad de la condición humana, de cómo la codicia y el temor puede llevar a alguien a cometer actos de villanía. Aún con restos de honor entre algunos de los protagonistas, la película está plagada de decisiones traicioneras, enfrentamientos por amor (o lujuria) y menosprecio a la vida humana, ya sea la propia, la del hombre blanco o la del indígena. Es, pues, Oro, una fábula sucia y cruel, donde, como si quisiera hacer paralelismos con la sociedad actual, incluso las disputas por os nacionalismos regionales tienen cabida en la trama.
Para ello, Agustín Díaz Yanes se ha rodeado de lo mejorcito en actores de nuestro país, con nombres de la talla de Raúl Arévalo, Óscar Jaenada, José Coronado, Juan José Ballesta, Luis Callejo, Antonio Dechent o Anna Castillo, además de la breve pero intensa aparición de Juan Diego. Es curioso, sin embargo, que en una historia tan masculina y viril quien consiga sobresalir la maravillosa Bárbara Lennie. Recuerdo como tras el estreno de El niño muchos protestaban por lo poco que se prodigaba esta estupenda actriz (ese mismo año deslumbró a todos con Magical Girl), y ahora que empieza a ser más frecuente verla nos encontramos con esos productos de vergüenza ajena como la ridícula serie de El Incidente. Con Oro, Lennie consigue regresar al buen camino.
No estamos ante una película redonda. Quizá Díaz Yanes y Pérez-Reverte, en su afán por ser fieles a la realidad histórica, olvidaron dar algo más de profundidad a sus protagonistas, mientras que la propia trama es demasiado lineal, excesivamente plana. Los soldados van de un punto A a un punto B, enfrentándose a los obstáculos del camino y punto. No hay ningún giro, ningún recoveco del camino que logre sorprender demasiado y ninguno de los protagonistas, más allá de las nobles u oscuras intenciones que puedan tener, tiene un pasado que nos perita simpatizar demasiado con ellos.
Con todo, el buen trabajo de los artistas, la firme dirección de Díaz Yanes y el empaque técnico que logra que todo se vea con un realismo impecable, hacen de la película una propuesta muy interesante y totalmente recomendable.

Valoración: siete sobre diez.

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