domingo, 26 de noviembre de 2017

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS, el regreso del mejor detective del mundo.

Por motivos que no llego a comprender, Kenneth Branagh nunca ha sido considerado como uno de los grandes directores actuales, por más que lleve acumuladas cinco nominaciones al Oscar. Quizá su problema fuese empezar muy fuerte, con algunas de las mejores adaptaciones de Shakespeare que se han visto en cine (Enrique V, Mucho ruido y pocas nueces, Hamlet...) aparte de alguna película maravillosa de cosecha propia (Los amigos de Peter). 
Seguramente Frankenstein de Mary Shelley era su apuesta por el cine más taquillero y, pese a que la considero una grandísima película, no llegó a cuajar, dando pie a una etapa de ligera decadencia (aunque todavía no he visto una película suya que se pueda definir como mala) tras la que ha tenido que buscar en el cine más comercial para poder salir a flote. Los millones amasados por Thor (para mí, y con permiso del señor Waitiki, la mejor de la saga con diferencia) y Cenicienta lo han reconciliado con las productoras (olvidados quedan sus experimentos con Como gustéis o La flauta mágica) permitiéndole acceder a una película como esta, que le permite regresar a su estilo mças personal sin alejarse de la comercialidad.
Por eso, es posible que con Asesinato en el Orient Express haya dado por fin con la tecla correcta, aunando su elegante puesta en escena, su pasión por adaptar y modernizar clásicos literarios y la necesidad de triunfar en taquilla. Tanto es así que ya está en marcha la secuela de esta película (aunque sería más correcto decir la nueva aventura de Poirot), con lo que podríamos estar ante el inicio de una nueva saga cinematográfica.
Agatha Christie ha sido numerosas veces adaptada en la gran pantalla, aunque pocas veces con éxito. Sin embargo, una de esas raras ocasiones fue, de la mano de sidney Lumet, la obra que ahora nos ocupa, con lo que el riesgo acometido por Branagh es doble.
Por eso, y porque, aunque el fondo sea el mismo las formas son totalmente opuestas, convendría olvidarse de esa gran película y no querer jugar a las comparaciones. Este Asesinato en el Orient Express no es un remake de aquel, sino otra adaptación independiente de la novela, y así debe ser considerado.
Es por ello que Branagh se ha esforzado por modernizar el relato, no cambiando la época imaginada por la escritora (ya jugó a eso con Hamlet), pero sí dotando a la historia de un toque humorístico, casi de vodevil, y convirtiendo al protagonista en un héroe de inteligencia inaudita más cercano al Sherlock de Benedict Cumberbatch que al Poirot de David Suchet. Es decir, se amolda a las convicciones de los blockbusters modernos, pero consiguiendo que ni el humor caiga en el ridículo ni el histrionismo de algunos personajes se hagan pesados.
Como poderoso reclamo, la película cuenta con un excelente reparto, aunque quien se lleva la mayor gloria es el propio Branagh interpretando a un Poirot de ridículo bigote y suprema astucia, un personaje que podría resultar pedante y cansino pero que logra manejar con habilidad para que sea en realidad el héroe al que recurrir en caso de necesidad. En este sentido, el irlandés cumple con creces como interprete tal y como ya lo hacia como director. Junto a él, un surtido de estrellas resplandecientes con un aura tan magnético que brillan con intensidad sin necesidad (ni tiempo) para esforzarse demasiado: Daisy Rydley, Michelle Pfeiffer, Johnny Deep, Josh Gad, Derek Jacobi, Penelope Cruz, Judi Dench, Willem Dafoe, etc.
Pocos autores hay como Branagh (contribuye también en el guion) que se muevan como pez en el agua en una adaptación literaria, y aquí consigue superar la frontera que separa ambos medios para conseguir una película dinámica, intrigante y divertida, con el espectáculo visual que los paisajes nevados le ofrecen y moviendo a su antojo la cámara por entre los vagones del famoso tren de manera anda caprichosa.
Se podría pensar que los relatos de Agatha Christie han quedado un poco desfasados en pleno siglo XXI, pero esta película demuestra que no.  Tanto, que es disfrutable incluso conociendo de antemano su final (que se supone que es donde está la gracia de los escritos de la Christie), ya que una historia tantes veces llevada al cine o al teatro es difícil que mantenga su misterio. Y ya se me ponen los dientes largos esperando la llegada de esa teórica Muerte en el Nilo.
Por una vez, este Hercules Poirot (Hercule, perdón) mola tanto o más que el Sherlock Holmes televisivo o GuyRichiano. ¿O no es verdad?

Valoración: Ocho sobre diez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario