domingo, 22 de octubre de 2017

LA PIEL FRÍA, insuficiente fábula de terror.

Pudiera parecer complicado llevar a la gran pantalla la exitosa novela de Albert Sánchez Pinyol, pero a la hora de hacerlo Xavier Gens era una buena elección. Al menos tras su potente Frontera, aunque su alejamiento del cine de terror con Hitman truncó lo que parecía una interesante carrera.
En La piel fría se aprecian detalles del mejor Gens, sobre todo en lo referente a una puesta en escena impecable, donde tanto los efectos visuales capaces de transformar a Aura Garrido en un ser de aspecto anfibio como la fotografía que convierten Lanzarote en una inhóspita e insana isla copan el interés principal. Por desgracia, y pese a saber condensar correctamente la historia de la novela, eliminando alguna subtrama que quizá entorpecerían el ritmo narrativo cinematográfico, la película fracasa en lo que debería ser lo más importante, la profundidad de personajes.
La piel fría arranca con la llegada de un barco a la susodicha isla donde dejaran a un hombre durante un año completo para trabajar realizando estudios meteorológicos. Allí conocerá al otro habitante de la zona, Grunter, un hombre malhumorado y poco amistoso que se ocupa del faro, a poca distancia de la cabaña que ocupa el protagonista. No es un comienzo muy esperanzador, que empeorará cuando se descubra que por las noches una serie de criaturas marinas emergen del mar para atacar salvajemente a los protagonistas. Grunter y el recién llegado, al que este llamará simplemente Amigo, deben hacer frente común, pese a sus evidentes diferencias, para sobrevivir a los ataques nocturnos, conviviendo además con una hembra de tan extraña especie que Grunter tiene como mascota.
Así, la película tiene un ambiente desasosegante y aterrador que sirve como excusa para hablar sobre la soledad y la huida del pasado, dos elementos que unen a los protagonistas pero que nunca llega a calar en el espectador por falta de información. Lo que se sabe de ellos es escaso y el desarrollo de su relación se produce a trompicones, mediante elipsis fallidas que impiden la empatía con ninguno de ellos.
La piel fría describe un extraño triángulo donde unas dosis más elevadas de terror habrían mejorado la función, pero esa falta de riesgo y de pasión la dejan un poco a medio camino de lo que se intuye podría haber llegado a ser. Solo el esforzado trabajo de Aura Garrido anima la trama, que precisa más valentía para que esta especie de fábula que le habría venido que ni pintada a alguien como Guillermo del Toro llegue a funcionar.
Con todo, su estética es hipnótica, y las escenas de enfrentamientos impiden que el espectador llegue a aburrirse en ningún momento, con lo que se impide que la película llegue a decaer en ningún momento.
La piel fría es un buen cuento de terror, pero con un poquito más de alma habría podido llegar a ser una película realmente brillante.

Valoración: Seis sobre diez.

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