viernes, 1 de septiembre de 2017

EL OTRO GUARDAESPALDAS, la tontería más divertida del verano

Por algún motivo que no alcanzo a comprender, la promoción de El otro guardaespaldas hace hincapié en definir la película como una especie de parodia de El guardaespaldas, aquella peliculilla simpática sin más pero que recaudó dinero a raudales que dirigió Mick Jackson en 1992 para mayor gloria de Kevin Costner y Whitney Houston: el título en español (tipografía incluida), el poster promocional (ridículo, por cierto) y hasta la incursión del tema principal de aquella en el tráiler de esta.
Y todo para resultar que El otro guardaespaldas no tiene nada que ver con aquella más que el hecho de que el protagonista es un guardaespaldas. Puestos a comparar, esta budymovie en toda regla tendría más en común con Límite 48 horas, por aquello de los dos antagonistas (en aquella era un policía y un delincuente, aquí un guardaespaldas y un asesino, en ambos casos uno blanco y el otro negro) y la carrera contrarreloj en la que se ven envueltos, en una comedia de acción alocada y espectacular. Aunque lo cierto es que en los ochenta y los noventa eso de juntar dos protagonistas opuestos y darles una trama criminal era algo bastante corriente, y las referencias que se pueden encontrar en esta película que dirige Patrick Hugles son infinitas.
Al final, estamos ante un entretenimiento funcional pero muy convencional que basa casi todas sus armas en la química entre los dos protagonistas, enemigos condenados a entenderse, que tampoco tienen demasiada base como para hacer interpretaciones demasiado esforzadas. Jack Reynols recupera el rol cómico de Deadpool, mucho mejor que cuando se quiere poner serio, y Samuel L. Jackson se limita a hacer de Samuel L. Jackson, que para eso es lo que mejor se le da. 
Al menos Gary Oldman compone a un villano algo menos histriónico y exagerado de lo que nos tiene acostumbrados y Salma Hayek (muy efímera) y Elodie Yung (la Elektra del Daredevil de Netflix) aportan el toque femenino.
La película sirve, además, como guía turística, sobretodo de Londres y Ámsterdam, recreándose Hugles durante las interminables persecuciones y tiroteos en mostrar lo más destacado de ambas ciudades.
El otro guardaespaldas no engaña, y es lo que aspira a ser, una comedia con mucha acción, explosiones, disparos y muertes a gogo, exagerada e inverosímil, que no se toma en serio a sí misma casi nunca (quizá solo en el flashback sobre el personaje de Samuel L. Jackson) y que como tal puede funcionar, abrazando el absurdo y alternando la espectacularidad (y con esa moda de hoy en día de incluir varias peleas en un plano secuencia, algunas efectivas pero ni de lejos a la altura de cosas más serias y trabajadas como Atómica) con el ridículo.
El otro guardaespaldas es eso y poco más. Diversión y chascarrillos repetitivos que pueden refrescar el final de las vacaciones, pero que no ayudan a elevar el nivel de un verano relativamente flojo en lo que a producciones cinematográficas se refiere.

Valoración: Seis sobre diez.

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