lunes, 3 de julio de 2017

GRU, MI VILLANO FAVORITO 3: perdiendo fuelle...

Cuando en 2010 se estrenó Gru, mi villano favorito, la recién creada productora de animación Illumination entertainment pego todo un pelotazo que le permitió codearse con Dreamworks o Blue Sky por hacerse un huequecito en el podio coronado por Disney y Pixar. La película era fresca y divertida y, sobre todo, presentaba al mundo a unos personajes delirantes y frenéticos como eran Los Minions, verdaderos robaescenbas a lo largo de todo el film.
Su secuela, en 2013, casi superaba a la original en divertimento y locura, pero cuando llegó la inevitable aventura de estos seres amarillos en solitario se demostró que no convenía estirar demasiado el chicle.
Eso es lo que sucede precisamente con la película que nos ocupa ahora. Gru, mi villano favorito 3 es divertida y amena, pero no está a la altura de sus predecesoras. Nos conocemos demasiado ya a los protagonistas como para dejarnos sorprender fácilmente, y el recurso típico del hermano gemelo que resulta ser una versión opuesta al protagonista es algo muy visto ya en este tipo de comedias.
Quizá el problema esté en el definitivo posicionamiento de Gru en el lado correcto de la ley. Dejado atrás sus años como villano, el personaje no termina de dar el tipo como héroe de acción, y ni siquiera el villano ochentero (cuya puesta en escena, banda sonora incluida, rememora en cierta medida al estilo videoclipero de James Gunn y sus Guardianes de la Galaxia) parece dar de si todo lo que podría, estando a la postre desaprovechado.
Que la mejor y más impactante escena sea precisamente la del tráiler (la que abre la película, además) no es buena señal, y separar a Gru y a sus Minions durante buena parte del metraje tampoco ayuda demasiado. Son estos Minions, de nuevo, lo mejor del film, pero por algún motivo en Illumination no han sabido jugar bien sus cartas y los mejores gags han sido adelantados en la campaña promocional, con lo que poco quedaba ya por ofrecer.
Pese a todo, Gru, mi villano favorito 3 continúa siendo un estupendo pasatiempo y una película muy recomendable para grandes y pequeños, no llegando a aburrir en ningún momento, pero no soy capaz de rememorar escenas de grandes carcajadas como las que encontré en las dos películas anteriores, siendo los momentos de ternura con la pequeña Agnes y su pasión por los unicornios (algo bastante desligado de la trama central) de lo más recordable, aparte de un malévolo gag a costa de cierto eprsonaje de Pixar.
Gru ha sentado la cabeza, tiene mujer y tres hijas y, de alguna manera, eso le ha encorsetado, como si las debilidades de este film quisieran ser una metáfora en contra del convencionalismo de la familia, castrante de la libertad y el ambiente festivo de épocas anteriores.
Mi villano favorito volverá, seguro, pero tengo la sensación de que el mejor Gru es ya cosa del pasado.

Valoración: Seis sobre diez.

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