lunes, 3 de julio de 2017

DESPIDO PROCEDENTE, divertido disparate.

Después de debutar en la dirección de largometrajes con la insuficiente Viral, el argentino de raíces españolas Lucas Figueroa ha tardado cuatro años en completar su segunda película, Despido procedente, donde tiene la suerte de reunir a un gran reparto encabezado por Imanol Arias, Darío Grandinetti y Hugo Silva pero por donde también se ve a Luis Luque, Miguel Ángel Solà, Tomás Pozzi o Pedro Casablanc (que ya estaba en el anterior trabajo del realizador), entre otros.
Despido procedente es una comedia con toques de intriga y bastante humor negro sobre un alto ejecutivo español de una empresa de comunicaciones con sede en buenos Aires que, en vísperas de un importante ascenso, sufre un percance fortuito con un viandante que se va a convertir en un misterioso acosador.
La película juega en todo momento al despiste, con giros tan absurdos como divertidos y sin llegar a tomarse en ningún momento demasiado en serio (patinando fugazmente cuando lo hace, como al mencionar una parte importante del pasado del protagonista) donde Arias (que ya en Anacleto demostraba sus grandes dotes para la comedia) es la estrella absoluta de la función y consigue mantener en todo lo alto el interés de la trama.
Figuerioa ha aprendido la lección de aquella simplona Viral y, pese a cambiar el terror por el humor, consigue mantener mucho mejor la tensión y el suspense en esta obra cuyo único punto criticable es, quizá, lo ligeramente atropellado de su final. Es de agradecer una película que no necesite más de noventa minutos para contar una historia, como era costumbre hasta hace no mucho, pero quizá habrían faltado cinco simples minutos más para terminar de redondear la trama y no despistar a aquellos que puedan no estar demasiado identificados con la jerga empresarial.
Como sea, la película es una deliciosa comedia que se ve con mucho agrado y provoca varias carcajadas, sabiendo jugar con inteligencia al despiste y sabiendo tener un punto de incorrección política (sobre todo en lo referente al personaje que interpreta Juan Grandinetti) muy disfrutable.
Me alegro (y felicito) a Figueroa por haber sabido enderezar el rumbo y espero que su próximo proyecto no se haga esperar tanto. Si sigue la estela de esta broma ácida sobre los tejemanejes empresariales tiene en mí a un fan.

Valoración: siete sobre diez.

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