sábado, 14 de enero de 2017

LA LA LAND, CIUDAD DE ESTRELLAS. Hermosa canción de amor al cine.

Al fin se ha estrenado en España La la land: Ciudad de estrellas, la indiscutible ganadora de los recientes Globos de Oro y máxima favorita (aunque no empiecen a apostarlo todo todavía) para los Oscars de este año.
Dirigida por Damien Chazelle, que ya triunfó con la (para mí) sobrevalorada Whiplash, La la land: Ciudad de estrellas es un canto de amor al género musical y al Hollywood dorado (por más que esté ambientada en el actual), ya que utilizando como excusa una historia de amor para nada destacable ni novedosa (se repite el esquema de aspirante a artista que va a Hollywood a perseguir su sueño, esta vez por partida doble) hace un recorrido por diversos estilos musicales, referencias cinéfilas y desnuda las luces y las sobras de la fábrica de los sueños.
Es, posiblemente, su guion el eslabón más débil de la película, haciendo que en algún momento se alargue en exceso y tenga un último tercio con un nivel bastante más bajo que el resto de la película, aunque se redime en un final bastante redondo y me logró sorprenderme, lo cual no es poco hoy en día.
La película sigue las andanzas de una chica que aspira a ser actriz y un pianista que se niega a aceptar la muerte del jazz clásico. Se conocen, se enamoran y comparten sus sueños hasta que estos terminan por enfrentarlos. Una historia bastante clásica como, por otro lado, no podía ser menos.
Posiblemente el secreto de la película no sea que se trate de una obra maestra (para mí está muy lejos de serlo) sino que contenga un mensaje tan optimista y lo haga mediante unas canciones pegadizas que saben transportarnos mediante la nostalgia a esa meca del cine con la que todos los aficionados, de una manera u otra, hemos soñado alguna vez. En ese sentido, salvando las distancias sonoras evidentes, me recuerda en gran medida a The Artist, de Michel Hazanavicius, a mi parecer algo superior a esta por la dificultad añadida de la ausencia de diálogos.
Es, por tanto, el trabajo de Chazelle y, sobretodo, de sus intérpretes, lo que hacen que la película sea todo lo grande que parece ser. Chazelle mueve la cámara con un virtuosismo que ya se le intuía en Whiplash, y solo el tema musical que abre la película, en un imposible plano secuencia, sirve como verdadera declaración de intenciones. Y luego hay que hablar de Emma Stone y Ryan Gosling que están sencillamente maravillosos. Actúan, cantan, bailan y se enamoran con una facilidad pasmosa, haciendo que me pregunte si no es mucho más meritorio lo que ellos (que no son bailarines de verdad) son capaces de hacer aquí que lo que hicieran en su época tipos como Fred Astaire, Ginger Rogers o Gene Kelly (y perdonen por la blasfemia). Ellos son los que convierten la película en esa joya del 2016 y los que provocan que uno salga de la sala del cine silbando las primeras notas del tema City of stars que da nombre a la versión española del título y con el corazón más feliz.
Pero no todo es perfecto en el film. Chazelle es un enamorado del jazz y eso se nota demasiado. En ocasiones, he llegado a echar en falta más canciones (esto es un musical, recuerden) y me han sobrado algunos temas de piano. Y es que, contradiciendo al personaje de Gosling, no todo el mundo tiene porqué amar el jazz.
Y estos pequeños detalles (música, guion, ritmo) que hicieron que en algún momento se me hiciera un poco pesada hacen que me plantee si estamos de verdad ante la mejor película del año. A falta de un puñado de estrenos fuertes (Manchester frente al mar, Lion, Loving, Fences, etc.) me atrevería a apostar que el trabajo como director de Chazelle bien merece todos los premios, y lo mismo puedo decir de Gosling y Stone, pero si analizamos la película en su conjunto, no me parece que La la land: ciudad de estrellas sea mejor que La llegada, por ejemplo, ni mucho menos que Hasta el último hombre. Aunque me temo que ninguna de las dos va a entrar en las quinielas finales.

Valoración: Ocho sobre diez.

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