sábado, 28 de enero de 2017

COLONIA, desconocido episodio de la crueldad humana.

Dirigida por el alemán Florian Gallenberger, Colonia es una de esas películas que está recibiendo palos allá por donde pasa, acusándola sobre todo de trivializar un episodio real convirtiéndolo en un pasatiempo al estilo Hollywood (la película es alemana, aunque con reparto internacional).
Me permito discrepar sobre ello. Bien es cierto que Colonia no es una magnífica película y que hay muchas deficiencias en su puesta en escena, pero creo que la película consigue ser un tributo y una denuncia a la vez sobre lo que pasó durante el régimen chileno de Pinochet y solo por sacar a la luz una historia no demasiado conocida ya debe otorgarse su mérito.
Lo que sucede es que Gallenberger ha hecho justo lo contrario que sus colegas Garth Davis y Jeff Nichols en Lion y Loving respectivamente, es decir, en lugar de plasmar una historia real se inspira en ella para contar una invención sin faltar por ello a la verdad.
Veamos: Colonia cuenta la historia ficticia de Lena, una azafata enamorada de un fotógrafo alemán al que conoce en Chile y que es detenido el mismo día del golpe de estado de Pinochet por ser simpatizante de Allende. Cuando Lena averigua que su amado Daniel ha sido llevado a una especie de campamento religioso sectario llamado Colonia Dignidad decide entrar voluntariamente para tratar de liberarlo.
La historia nos habla, no obstante, de que esa Colonia Dignidad existió realmente, dirigida con mano de hierro por Paul Schäfer. Inspirada en los campos de trabajo nazis, la fachada cara a la galería era la de un grupo de hombre y mujeres felices que cantaban y cocinaban bajo la palabra de Dios, ignorando el público las torturas que se cometían en su interior y que la película refleja con precisión.
Acepto de buen grado, pues, que la historia de Daniel y Lena no sea fidedigna, aunque pueda asemejarse mucho a la de Wolfgang Muller, Heinz Kuhn u otros presos que también trataron de escapar y denunciar lo que en realidad era Colonia Dignidad.
Protagonizada con esmero por Emma Watson y Daniel Brühl, y con un Michael Nyqvist quizá algo sobreactuado en su papel de Schäfer, la película peca de caer por momentos en el convencionalismo de un thriller carcelario del montón, cuando los planes de fuga destacan más que los horrores de la realidad, pero eso favorece, al menos, a que la película resulte emocionante y emotiva, por más que su credibilidad se desvanezca en los momentos en que la acción se desarrolla fuera de la colonia.
Esta vez, por lo desconocido que puede ser el oscuro mandato de Pinochet para muchos, si es cierto esa máxima a la que me refería en otra entrada de que “esta es una historia que necesita ser contada”, y no creo que adornarla con dosis de acción y romance deban perjudicar la denuncia que, por cierto, han aplaudido y alabado los supervivientes de la misma.

Valoración: Seis sobre diez.

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