sábado, 31 de diciembre de 2016

PASSENGERS, romance en gravedad cero.

Ahora sí, ha llegado la hora de comentar la última película de este año, con la que es el estreno más importante de este fin de semana.
Dirigida por Morten Tyldum, quien hace apenas un año triunfaba con Descifrando Enigma, se esperaba de Passengers que fuese uno de los taquillazos de las navidades, aunque solo fuese por contar en su reparto a las dos estrellas más importantes del momento. Sin embargo, parece que ni público ni crítica se están dejando seducir de momento por las miradas limpias y cristalinas que Chris Pratt y Jennifer Lawrence nos ofrecen desde el poster de la película.
Sin embargo, Passengers no es en absoluto una mala película. Las dos horas de duración pasan volando y en todo momento hay un gran trabajo interpretativo que se redondea con la presencia de Michael Sheen en un rol secundario pero fundamental.
Una nave espacial viaja hacia un planeta lejano donde se establecerá una nueva colonia. El viaje está previsto eu dure ciento veinte años, pero un accidente provoca un fallo que hace salir de su estado de hibernación a uno de los pasajeros nada menos que noventa años antes de llegar a su destino.
Con títulos como Gravity o Marte en la memoria, Passengers pretende ser una película de corte intimista (pese a su lujosa planificación y sus espectaculares diseños de producción) que debate sobre la soledad, las relaciones y el egoísmo en situaciones extremas, y en ese sentido es donde mejor funciona. Estamos acostumbrados a criticar una película por sus historias de amor que entorpecen y distraen de la acción principal, pero precisamente en Passengers es esa historia de amor, ese conflicto tan intenso y dramático entre Jim y Aurora (los personajes a los que dan vida Pratt y Lawrence) lo que mejor funciona, haciendo que cuando la cosa gira a la acción y empiezan los fuegos de artificios se desinfle todo un poco, aparte de que alguna frase engañosa del tráiler invita a pensar que la cosa va por un camino diferente y eso termina por despistar.
Así, Tyldum consigue crear una atmosfera sobrecogedora (en algo recuerda el arranque a la simpática serie de Will Forte El último hombre en la Tierra) bien apoyada en las interpretaciones de sus protagonistas, que demuestran una potente química entre ellos. Además, la música de Thomas Newman ayuda a subrayar los sentimientos cambiantes a medida que avanza la trama. Con coqueteos bien llevados entre el humor de sonrisa ligera y el drama más reflexivo, es una de esas películas que en su arranque invitan al debate y a la discusión, por más que ese discurso termine perdiéndose a medida que va avanzando y su final pueda resultar incluso ridiculo.
Además, Passenger se duele de uno de los males que sufren las grandes producciones actuales, los cambios de última hora. Parece ser que, tal y como sucediera en El despertar de la Fuerza, La era de Ultron, Batman V Superman, Suicide squad o Rogue One, por mencionar solo algunos casos documentados, mucho de lo rodado ha quedado olvidado en la mesa de montaje, y el personaje de Andy García (qué cabreo debe llevar el pobre) es buena muestra de ello.
Por lo que a mí respecta, sin ser un peliculón de esos que uno revisiona mil veces, Passengers me ha dejado con un buen sabor de boca y me ha resultado una experiencia agradable de ver, no sé si influenciado por el antihype que se estaba empezando a crear y que me preparaba para lo peor.

Valoración Siete sobre diez.

1 comentario:

  1. Para mí una sorpresa. El primer y segundo tercio funcionan muy bien, dejando reflexiones interesantes. Lastima que por acabar con un climax espectacular abandonen el verdadero conflicto de la película.

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