domingo, 30 de octubre de 2016

MECHANIC: RESURRECTION: Statham repartiendo y poco más.

Siempre he dicho que pocas cosas hay más seguras en esta vida que ir al cine a ver una película de Jason Statham. Si algo define el estilo del actor británico es la fiabilidad: acción, algo de humor y mucho entretenimiento. Y Mechanic: Resurrection, la secuela de la película de 2011.
¿Tiene sentido una secuela de esa película? Pues no mucho, la verdad. No hay ningún rango especialmente diferenciador entre el personaje de Arthur Bishop y cualquier otro que haya interpretado anteriormente Statham, ni está la trama de Mechanic: Resurection ligada a lo que acontecía en The Mechanic, por lo que parece más una excusa publicitaria que otra cosa. Al fin y al cabo, tampoco es que Statham ande corto de personajes franquicia, después de las sagas de Transporter, Los mercenarios, Crank y su definitiva incursión en Fast & Furious.
No es que me moleste particularmente que se hayan sacado una secuela de la manga, posiblemente tan innecesaria como la mayoría de las secuelas que se fabrican en Hollywood. Mi indignación va más encaminada a que si pretendes crear una nueva franquicia lo mínimo exigible es tener un guion con el que trabajar. No cabe esperar un gran libreto en una película como esta, eso lo tengo claro, pero el libreto de Philip Shelby y Tony Mosher roza por momentos el ridículo, tanto en su historia como en sus diálogos, y la dirección cobarde de Dennis Gansel empeñándose en subrayar constantemente lo evidente tampoco es que ayude demasiado.
¿Qué queda, pues, después de ver Mechanic: Resurrection? Pues la sensación algo vacía de que se ha disfrutado con un espectáculo de acción tan inverosímil como emocionante, donde el único esfuerzo de inventiva cabe encontrarlo en la manera en la que Statham debe matar a sus enemigos y a la presencia de Tommy Lee Jones como secundario de lujo, con un look algo alejado de lo que nos tenía acostumbrados. Y volver a ver en pantalla a Jessica Alba, que desde el 2010 con Ahora los padres son ellos no había hecho nada destacable, tampoco es para quejarse.
En fin, que si uno solo quiere ver a Jason Statham repartiendo estopa sin ninguna aspiración más, esta película es una buena opción. No aburre en ningún momento y juega a ser una hermana pequeña de Misión Imposible que no le queda del todo mal. Eso sí, se borra de la memoria apenas abandonar el cine.
Entretenida y adrenalítica, sí, pero terriblemente efímera.

Valoración: cinco sobre diez.

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