jueves, 27 de octubre de 2016

HARDCORE HENRY, enfermizo delirio visual.

Habitualmente suelo defender la libertad que da poder ir a una sala de cine conociendo lo menos posible sobre la película, adentrarse en ella sin haber soportado un tráiler que destripe las mejores escenas y dejarse llevar por la propuesta de un director y un guionista sin ningún tipo de prejuicio de antemano. Evidentemente, todo eso no vale para Hardcore Henry, y si no que le pregunten a la gente mayor que huía de la sala a la media hora de haber empezado la sesión.
Coproducida entre Estados Unidos y Rusia y escrita y dirigida por un tal Ilya Naishuller, que en esto del cine no había hecho nada hasta ahora más que un cortometraje, la historia de la película plantea la utilización de cadáveres reanimados mediante tecnología robótica para crear una especia de ejército no se sabe bien con qué fin. Sin que quede demasiado claro quiénes son los buenos y quienes los malos, toda la película es una sucesión de escenas a cual más brutal, con amputaciones, cabezas reventadas y sangre a borbotones, de esas que provocan aplausos en festivales como el de Sitges, donde la coherencia argumental y la inverosimilitud de sus giros es lo de menos. Un espectáculo dantesco que, sin embargo, podría ser muy divertido si se acepta el salvajismo visual y el despropósito argumental.
Sin embargo, la verdadera clave de la película está en su realización. 
Como si de un videojuego tipo shooter se tratase, toda la película está filmada en primera persona. Es decir, desde el punto de vista del protagonista. Esto es algo bastante novedoso y original en el mundo del cine y hasta pude tener su gracia si se entiende como una especie de experimento. Entiendo la complicación de planificar algo así y llevarlo a cabo dando algo de sentido a las imágenes y debo aplaudir por ello la valentía de Ilya Naishuller en su aventura, pero lo cierto es que la cosa no funciona como es debido. 
Quizá el invento sería notable como muestra en un cortometraje, y no paro de imaginar las posibilidades infinitas que algo así puede tener en una demo para gafas VF de realidad ampliada, pero que en una película de hora y media resulta confuso y agotador. Definitivamente, a la media hora ya ha perdido la gracia y el mareo producido por las piruetas de la cámara se tornan casi insoportables.
Hardcore Henry puede tomarse como un experimento, y en ese sentido es curiosa de ver. Pero como película de acción termina resultando insufrible, al menos para el que escribe. Cierto es que es como estar inmersos en un videojuego del que no tenemos el control, así que es posible que este nuevo estilo narrativo sí tenga su público. Pero en tal caso se trataría de un público muy concreto y preciso, y por ello insisto en que en esta ocasión sí conviene saber qué es lo que uno va a ver.
Evidentemente, quién sea este Henry del título es lo de menos, ya que apenas veremos su rostro fugazmente en algún reflejo ocasional, pero para adornar un poquito el tema Ilya Naishuller ha conseguido engatusar a algún actor reconocido para el evento, como el omnipresente (y algo insoportable) Sharlto Copley, la parición fugaz de Tim Roth y la aspirante a secundaria de moda Haley Bennet, a la que podemos ver en las carteleras actuales por partida triple gracias a su participación en Los Siete Magníficos y La chica del tren.
En fin, el absurdo como base argumental, el exceso como elemento narrativo y el desvarío visual como concepción fílmica. Eso es lo que hay. Ahora, que cada uno acuda a verla (o no) bajo su propia responsabilidad.

Valoración: Cuatro sobre diez.

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