martes, 30 de agosto de 2016

HEIDI, nostalgia de altura.

De vez en cuando aparecen películas como esta Heidi de las que uno apenas conocía su existencia hasta toparse de repente con el primer tráiler y no puede más que decir: ¿En serio? Para los que pertenecemos a una generación que creció con el anime japonés dejándonos atados al televisor sufriendo por la relación entre esa niña huérfana y su taciturno abuelo, por la jovencita inválida o por la antipática institutriz de Frankfort  se nos antojaba absurdo querer dotar de imagen a unos personajes tan icónicos que quedarán para siempre grabados en nuestra memoria, siendo además poco menos que imposible condensar en una película la historia que la suiza Johanna Spyri repartió en dos tomos o los cincuenta y dos episodios de la serie animada. Sin ir más lejos, ¿alguien recuerda esa versión titulada Más allá de la aventura en la que Heidi era Juliette Caton y Pedro Charlie Sheen?
El caso es que el realizador suizo Alain Gsponer se ha atrevido con la propuesta y ha logrado filmar una de las películas alemanas de más éxito en los últimos años, consiguiendo llegar hasta las nuevas generaciones (para las que el clásico de los años setenta quedaba ya muy lejano) con una historia sencilla y muy bien narrada.
Corría el peligro de que la aventura de la niña huérfana que es llevada a la fuerza a vivir a una casa perdida en lo alto de los Alpes con su huraño abuelo resultara en exceso empalagosa o lacrimógena. Sin embargo, Gsponer ha tenido el acierto de limpiar de paja casi toda la trama decidido a ir al grano, permitiéndose algunas elipsis que perjudican gravemente al desarrollo de personajes, que quedan retratados de manera muy simplista, pero favoreciendo con ello al ritmo narrativo.
En las casi dos horas me metraje pasan tantas cosas que uno no puede aburrirse en ningún momento, con las idas y venidas de Heidi a los Alpes, su estancia en Frankfort y el descubrimiento de lo que significa la amistad en manos de Pedro y Clara. No hay tiempo para más y uno quizá echa en falta más interacción animal (no busquéis aquí ni a Niebla ni a Pitchi, mientras que a las cabras se las llama por su nombre y poco más) o un poco de pausa para entender mejor los sentimientos de los personajes, pero ello haría que la obra se inclinase peligrosamente hacia el melodrama. Gsponer tenía muy claro lo que quería, una comedia simpática, familiar, alegre y que dejara a los niños con un buen sabor de boca y con alegría en sus corazones, sin que ello llegue a resultar en ningún momento demasiado indigesto para el público adulto.
Sí, como ya sucediera en la reciente Peter y el dragón, Heidi peca un poco (o quizá incluso demasiado) de ingenua y contiene un optimismo algo pasado de moda, pero de vez en cuando conviene ver alguna película así en la que enseñar a los más pequeños a disfrutar del cine sin necesidad de violencia i grandes catástrofes.
No es una obra perfecta ni pasará a los anales de la historia (posiblemente ni de nuestra memoria a corto plazo), pero se disfruta con simpatía y es un buen pasatiempo para despedir el verano con buen humor.

Valoración: seis sobre diez.

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