domingo, 10 de julio de 2016

MI PANADERÍA EN BROOKLYN: Tan simpática como irregular.

Mi panadería en Brooklyn es una de esas curiosas películas a medio camino entre la producción española y la americana, rodada por Gustavo Ron en inglés y con Nueva York, magníficamente retratada, como telón de fondo, aunque para justificar la financiación española hay una mínima parte localizada en Valencia.
Estamos ante una simpática comedia sobre dos hermanas que heredan una boulangerie (bakery en el original, a mí lo de panadería se me queda corto para este local de clara estética francesa) maltratada por las deudas y que deciden mantener a flote con la ayuda de uno de los empleados del banco que pretende embargarla (obvio interés romántico de una de ellas). Como tal, la historia funciona bastante correctamente, teniendo agradables toques de humor y potenciando la química entre las actrices que interpretan a las dos hermanas, ambas de escaso bagaje, aunque es Aimee Teegarden quien logra destacar más.
El problema con la película está en las historias secundarias que adornan la trama principal, en ocasiones sin aportar nada a la misma, con personajes tan innecesarios como el de un dependiente enamorado de una diseñadora de interiores italiana (papel que, vaya usted a saber por qué interpreta Blanca Suárez) con una trama que incluye unas “pastillas milagrosas” de vergüenza ajena. Imagino que la pretensión de Gustavo Ron, que también es autor del guion junto a Francisco Zegers, era diversificar la historia, hacerla más coral. Ese, sin embargo, es su mayor error, ya que se despista por derroteros que no interesan (o que se pierden literalmente, como la que corresponde al tío de las protagonistas) e impiden un mejor desarrollo del trío principal (cuarteto si incluimos al interés romántico de la segunda hermana), amén de que algunas situaciones cómicas rozan el absurdo con una exageración más propia del slapstick que de la comedia romántica ante la que se supone que estamos. También me rechina, por cierto, el toque de "magia" que no entiendo a qué viene a cuento, pero bueno...
Eso sí, siempre es de agradecer la presencia de Blanca Suárez en una película, posiblemente de lo mejor junto a la Teegarden, aunque el haberla visto doblada me impide juzgar su interpretación como italiana.
Así pues, estamos ante una comedia amable, sin muchas pretensiones más que la de pasar un buen rato, con una gran factura técnica y una maravillosa estampa neoyorquina pero que deja con la sensación de que podía haber aspirado a más.

Valoración: Cinco sobre diez.

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