martes, 26 de julio de 2016

LA LEYENDA DE TARZÁN: descafeinado regreso de un mito.

Cuando se anunció que se estaba planeando la realización de una nueva versión de Tarzán la pregunta más habitual era: ¿es necesario? ¿Hay algo que añadir a la historia de sobras conocida tanto en sus versiones en imagen real (con Johnny Weissmuller como imagen insuperable del hombre mono) con en animación
Quizá por eso los productores optaron por ir un paso más allá y en lugar de limitarse a contar la misma historia inventaron una especie de secuela, un ¿qué paso después? que narra la historia de Tarzán tras adaptarse a la vida civilizada y tener que regresar a la selva que le vio crecer.
En esta línea se encontraba ya la versión que protagonizó Christopher Lambert, Greystoke: la leyenda de Tarzán, rey de los monos, pero que dejaba demasiado de lado el aspecto aventurero de la obra de Edgar Rice Burroughs   y se acercaba casi a un drama romántico a lo Jane  Austen. La leyenda de Tarzán quiere ir por el camino de en medio y mezclar ambas vertientes, presentándonos a un Tarzán reconvertido en lord John Clayton, un caballero de la nobleza británica, casado con su inseparable Jane, que acepta regresar al Congo para comprobar las intenciones del rey de Bélgica con respecto a sus antaño amigos indígenas.
No es un mal punto de partida si no fuese por las carencias de un guion que no sabe exactamente hacia donde se dirige. Quiere ser una película aventurera pero la acción tarda demasiado en llegar, quiere tener una vertiente realista pero se olvida de profundizar en la personalidad de Clayton, quiere mostrar a una Jane independiente y fuerte pero termina convirtiéndola en la clásica damisela en apuros sin más recursos que esperar la llegada de su amado, quiere dar una carga de denuncia social con el tema de los esclavos y los diamantes que anhela el rey de Bélgica y termina olvidándose de seguir por ese camino… 
Pero es, por encima de todo, su director, un errático David Yates que trabaja tanto con el piloto automático que incluso se rumorea que dejó la película a medias para poder dedicarse a su nueva incursión en el mundo de Harry Potter. Es a Yates a quien hay que culpar de los altibajos de ritmo, de la frialdad que demuestra Alexander Skarsgård como Tarzán, de la fotocopia de casi todas sus interpretaciones anteriores que presenta Christoph Waltz o de la simpleza de algunos efectos visuales, demasiados dependientes del CGI y que en algunos omentos (como el horrendo desenlace) lucen verdaderamente mal.
Quizá uno de los problemas de La leyenda de Tarzán haya sido haberse estrenado tan poco tiempo después de El libro de la Selva, otra película “selvática” donde los animales, también creados por CGI tenían vida e incluso personalidad. Aquí estamos ante una mezcla de estos animales y la captura de movimiento empleada en la saga de El planeta de los Simios.
Con todo, la película no aburre, tiene a un Samuel L. Jackson recuperado para el bando de los buenos y a una Margot Robbie que termina siendo lo mejor de la película (y promete ser también lo mejor de Escuadrón suicida el mes que viene) y alguna escena de acción ligeramente inspirada.

Poco bagaje para una película que podría haber aspirado a mucho más y que no pasa de simple entretenimiento veraniego, un producto de usar y tirar que apenas será recordado al finalizar el verano y que deja cierto aroma a decepción.
Valoración: cinco sobre diez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario