miércoles, 23 de marzo de 2016

LA MODISTA: un pasado de alta costura.

La modista es una curiosa película australiana dirigida por Jocelyn Moorhouse, que llevaba cerca de veinte años alejada de las cámaras, y escrita a medias con su marido P.J.Hogan a partir de una novela de Rosalie Ham.
Con una extraña estética con tintes surrealistas, La modista explica la historia de Myrtle, una chica que regresa a su pueblo natal para reencontrarse con su madre y resolver un secreto de su pasado. Acusada por todos por haber asesinado siendo niña a un compañero de colegio, la propia Myrtle no conserva un recuerdo claro de lo sucedido aquel fatídico día y está dispuesta a todo para desvelar el misterio, incluso enfrentarse a toda una comunidad que la desprecia y odia. Aunque cuando demuestre que no ha perdido el tiempo durante sus años en Europa y que es una sofisticada modista inspirada en Dior, Valentino y demás, las cosas empiezan a cambiar para ella, que va a tener la oportunidad de reconciliarse con su madre e incluso descubrir, al fin, el amor.
Muchos elementos rechinan en esta historia, empezando por una mezcla excesiva de estilos que va desde el western hasta el melodrama pasando por el misterio, la comedia y el romance. Además, el tono burlesco, casi rozando la caricatura, de algunos personajes es capaz de desconcertar a un público más atraído por el cine convencional que pueden encontrar demasiadas incoherencias en la historia (la más evidente, la diferencia de edad de los protagonistas –Kate Winslet y Liam Hemsworth se llevan quince años, aunque en el film se supone que han compartido infancia- o el convertir a la protagonista de Titanic en una femme fatal a la que no nos tenía acostumbrados), pero si se acepta entrar en el juego que nos propone Moorhouse el resultado es una efectiva obra, con ciertas concordancias con el cine de Jeunet, Hallström, Anderson o incluso el Lars Von Trier de Dogville, que sabe a su vez ser original, diferente en todo (tanto lo bueno como lo malo) a lo que estamos acostumbrados, recuperando a la mejor Winslet (es uno de esos trabajos que hace por amor al arte, en compensación por sus interpretaciones “lucrativas” como las de la saga Divergente), a un Hemsworth con un look que lo asemeja cada vez más a su hermano, un divertido y alocado Hugo Weaving y, sobre todo, una genial Judy Davis, sin duda lo mejor de la función.
¿Puede una película ser fea y hermosa a la vez? ¿Divertida y cruel? ¿Cálida y sangrienta? Pues La modista lo consigue. Y con un estilo rayando lo grotesco se corona como una apuesta arriesgada, fallida en algún momento, pero muy heredera del estilo inclasificable y extravagante de la cinematografía australiana.
Una película para unos gustos muy concretos, pero innegablemente interesante.

Valoración: siete sobre diez.

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