domingo, 28 de febrero de 2016

EL BOSQUE DE LOS SUICIDIOS: Cuatro golpes de efecto y poco más...

Aunque estemos ante una película de terror más de las muchas que van apareciendo por la cartelera cada poco tiempo, el hecho de que no esté la productora Blumhouse tras ella y que haya un nombre más o menos conocido en su reparto (Natalie Dormer es una habitual en Juego de Tronos y aparece también en las dos últimas entregas de Los Juegos del Hambre) invitaba a pensar que habría algo más de calidad en esta película que en los pastiches infumables rodados con cuatro perras habituales.
Y sí, en El bosque de los suicidios algo más de calidad hay. Pero muy poco más. Pese a lo increíblemente estúpida que pueda resultar su premisa inicial (un bosque en Japón donde va la gente a suicidarse por lo que, cuando alguien se pierde la policía ya ni se molesta en buscarlo) hay en su guion elementos suficientes para haber creado un interesante thriller psicológico inquietante y malrrollero. Pero el director, Jason Zada, no confía absolutamente nada en sí mismo y en su capacidad para transportar al espectador por el lado oscuro del alma y cede en la tentación de abandonar el sendero (curiosa ironía, cuando en la película se repite varias veces que no hay que abandonarlo nunca) buscando un terror de baratillo con golpes de efecto facilones y personajes abalanzándose constantemente hacia la cámara que sí, consiguen el efecto deseado de hacerte pegar un bote de la butaca (todavía me duelen los oídos del grito que soltó el chico que estaba sentado en la fila de atrás) pero distraen del objetivo principal.
Al final, como suele suceder en este tipo de producciones con un realizador mediocre (aunque esta es su primera película, habrá que darle otra oportunidad), la historia navega entre dos aguas sin terminar de dar miedo nunca (salvo esos sustos contados) ni conseguir perturbar lo suficiente por el lado psicológico, al cual se le ve el plumero demasiado pronto.
La Dormer, por su parte, no lo hace mal, aunque le falta nivel para aguantar ella sola toda la película.
No es la basura habitual, pero una vez más resulta una decepción que, con un poquito de esfuerzo más, habría podido resultar interesante.
Por cierto, que Gus Van Sant ya hizo una película basada en el mismo bosque que esta, The sea of trees, pero tampoco es que sea una buena alternativa.

Valoración: cuatro sobre diez.

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