domingo, 28 de febrero de 2016

13 HORAS: confusa epopeya patriótica

Parece ser que, además de tener un sano gusto por el dinero, el realizador Michael Bay quiere sentirse director de vez en cuando, y es por eso que va intercalando sus participaciones en la agotada a la par que interminable saga de Transformers con otras películas más personales que sin duda no le van a reportar ni de lejos los mismos beneficios. Ya en su momento elogié su labor en la disfrutable Dolor y dinero, pero no puedo decir lo mismo de 13 horas, una epopeya bélica basada en hechos reales.
Con algunas similitudes argumentales con la magnífica Argo (los protagonistas se encuentran sitiados en un edificio americano en tierra oriental -(aquí es Libia, en aquella era Teherán- y deben proteger a los civiles que allí se encuentran), la diferencia principal es que en la obra de Ben Affleck era un ingenioso plan estratégico el que liberaba a los americanos mientras que aquí se trata de un grupo de asalto militar. Siendo Michael Bay el director, es fácil imaginar la cantidad de explosiones, tiroteos y juegos de artificio a cámara lenta que vamos a encontrar (se echa en falta el lucimiento femenino habitual en él, pero esta es una historia de machos y no habría tenido cabida), pero parece que con el paso de los años la visión narrativa del director no ha mejorado en absoluto, resultando la acción más confusa y caótica aún de lo habitual. Tampoco es que el libreto de Chuck Hogan ayude mucho. Es la primera vez que el escritor (autor de la novela que adapto, curiosamente, Affleck para The town, ciudad de ladrones, y co-escritor junto a Guillermo del Toro de la trilogía Nocturna) se mete en tareas de guionista, y el proyecto, desde luego, le viene grande.
En unas interminables dos horas y media, la acción prácticamente se limita a ver a los seis protagonistas corriendo de un lado para otro en un caos de confusión que al final provoca que nada importe ya al espectador. Cierto es que la situación real así lo requiere, y que ellos mismos no tienen demasiado claro nunca quienes son amigos y quienes enemigos, pero el señor Bay debería recordar que esto es una película, no un documento bélico real, y se necesita algo más de información para disfrutar una película que al final no deja de ser más que asaltos, explosiones y destrucción. Lo único bueno que tiene es que con semejante metraje se puede permitir uno echar una cabezadita durante la proyección y no perderse detalle alguno del… ¿argumento?
Y me sabe mal por el pobre John Krasinski, principal cara reconocible de la peli y un tipo que me cae realmente bien desde que lo descubrí en The Office, pero la película no se sostiene con suficiente solvencia y los momentos dramáticos, por más que la cámara lenta y la música indiquen que lo debes hacer, nunca llegan a emocionar.
Pues nada, habrá que esperar a ver si después de Transformers 5 Michael Bay está más inspirado.

Valoración: cuatro sobre diez.

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