martes, 29 de diciembre de 2015

PALMERAS EN LA NIEVE (6d10)

Conectando directamente con la entrada anterior, en la que apuntaba que el excesivo hype de Carliots y Snoopy podría haberme aguado un poco la fiesta, con Palmeras en la nieve pasa justamente lo contrario: era tan malo todo lo que había llegado a mis oídos que la película me sorprendió gratamente.
Creo que se ha sido muy injusto con un film que sí, que tiene muchas deficiencias que no voy a obviar en mi opinión, pero que es una propuesta emotiva y de impecable factura que describe la situación de las colonias españolas en África y nos traslada a una época no demasiado lejana en el tiempo pero que se me antoja infinita en la memoria.
Basada en la exitosa novela de Luz Gabás y dirigida por Fernando González Molina (que repite por cuarta vez con Mario Casas), Palmeras en la nieve explica, a golpe de flashbacks, dos historias paralelas separadas sesenta años en el tiempo, centradas en el esfuerzo que Killiam debe hacer para adaptarse a su nueva vida en la isla de Fernando Poo (en la Guinea española) donde nació y en su posterior historia de amor prohibido con una oriunda del lugar, Bisila, una historia que su sobrina, en el presente, irá descubriendo a la vez que se descubre a sí misma.
Palmeras en la nieve es la gran apuesta del cine español para despedir el año, una ambiciosa producción que no ha tenido miedo a correr el riesgo de competir en pantalla con Star Wars: el despertar de la fuerza y que tiene en la figura de Mario Casas su mejor baza. La película de Fernando González Molina es un relato épico, con gran dramatismo y sensibilidad, pero que peca de un sentido narrativo demasiado televisivo. Pese a ser la cuarta película de su director, este parece seguir demasiado apegado al mundo de las series  de donde proviene como para saber diferenciar los tiempos de cada medio. Así, con un metraje excesivo que se convierte en la principal lacra de la película (163 minutos a todas luces agotadores), la adaptación habría funcionado mucho mejor como miniserie que como películas, teniendo que emplear mucho tiempo para contar su drama y dejando encima con la sensación de que muchos detalles de interés (sobre todo lo relacionado al contexto histórico) han sido tocados muy de puntillas.
El reparto es interesante y funcional, correcto sin llegar a brillar. La historia río funciona, quizá mejor en su parte de flashbacks que en el presente. Y la apuesta, arriesgada en su concepto, por presentarnos una película ambientada en las colonias españolas tiene por sí sola un valor documental que no es nada despreciable.
No es redonda. Quizá hasta le falte mucho para aspirar a serlo. Pero sí es una película sumamente interesante y con más valores de los que muchos le han querido ver. Un drama bien desarrollado y que, en algunos pasajes, llega a emocionar.

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