martes, 28 de julio de 2015

REY GITANO (2d10)

Voy a empezar mi comentario confesándoos una cosa. No he visto Airbag. Puede que sea la única persona de mi generación que no la haya visto (y reconozco que es una deuda pendiente que tengo), por lo que no voy a poder hacer las comparaciones obligadas entre este título y aquella comedia de culto gamberra y taquillera que quizá no sea la mejor película de Juanma Bajo Ulloa, pero sí la más exitosa.
Y digo esto porque desde la propia campaña de promoción se han asegurado de que todo el mundo que se sienta atraído por Rey Gitano lo haga teniendo la referencia de Airbag en la memoria. Y ya de entrada, que un film se promocione mediante paralelismos con una película de hace ya dieciocho años no es que sea un buen presagio. Claro que una vez visto el tráiler, pocas ganas quedaban de ver la peli por sus propios (y dudosos) méritos.
El caso es que, puestos a comparar, se podría decir que Rey Gitano combina la esencia de dos investigadores a cual más cafre dignos del mismísimo Ibáñez y los dejes malolientes y de dudoso gusto de los Torrente de Segura. Pero mientras que el dúo formado por Karra Alejaldre y Manuel Marquiña (sin llegar a ser Mortadelo y Filemón) son de lo poco salvable de la película (junto, quizá, a María León, que aunque continúe interpretando siempre al mismo personaje al menos logra que este siga teniendo algo de frescura y espontaneidad), las comparaciones con la creación de Santiago Segura (por cierto, presente en la película, aunque no en los créditos) son muy perjudiciales. Y es que, independientemente de que a cada uno pueda gustarle más o menos (ya se sabe que Torrente despierta amor y odio por igual) no se le puede negar a Santiago Segura una especie de genialidad única y muy particular.
Más allá de que uno pueda entrar o no en el humor zafio y escatológico o que alguien pueda sentirse ofendido por la falta de respeto y la burla hacia la Casa Real el verdadero problema de Rey Gitano es que es una comedia que no consigue hacer reír en ningún momento. Quitando un par de secuencias concretas y algún diálogo acertado entre Alejandre y Marquiña, el resto es sencillamente espantoso, demostrando que Juanma Bajo Ulloa (director, guionista y productor) está en momentos muy bajos, y que ese retorno a la comedia no va a ser, ni mucho menos, un camino de rosas. Quizá tendría que haber sido más descarado todavía y haber apostado directamente por un Airbag 2.
Resumiendo, la película es mala, desagradable, absurda y zafia, sin apenas chistes que merezcan ser celebrados y un guion ridículo, tanto en su concepción como en su narración, llenos de errores de continuidad y con escenas (una persecución en coches, por ejemplo) rematadamente mal filmadas. Bajo Ulloa ha pretendido hacer una sátira sobre la España actual, pero ha caído en el esperpento más bochornoso, con momentos de vergüenza ajena e interpretaciones (desde el “gitano” Arturo Valls hasta la otrora gran Rosa María Sardà, aunque si debemos analizar a los actores no hay ninguno salvo los tres nombrados que merezcan el más mínimo perdón) horrendas.
Rey Gitano es un despropósito de principio a fin, y la lástima que se pudiera sentir por los calvarios que ha sufrido el realizador para conseguir llevar a buen puerto su película parecen ahora una cuestión de justicia divina.
Quizá podría incluso rebajarme al mismo nivel de Juanma Bajo Ulloa y decir que su película es, simple y llanamente, una mierda. Lo creáis o no, de eso va la trama, de una mierda… real.

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