martes, 30 de junio de 2015

La película del mes: FRAUDE

No voy a perder aquí el tiempo detallando los muchos valores del cine de Orson Welles, cuya opera prima se sigue considerando una obra maestra indiscutible, pero la película que os presento hoy por recomendación de mi amigo Yomi Salas (y por extensión de toda La Maraña al completo) es Fraude, una rareza dentro de la filmografía de este autor que se sitúa en el ocaso de su carrera, cuando sus esfuerzos se centraban casi exclusivamente en documentales y cortometrajes.
Fraude (F for fake) es un interesante ejercicio de metacine en el que el director se presenta a sí mismo como un mago de la escena y nos ofrece un documental narrado en primera persona sobre el arte del engaño. Partiendo con la excusa de la historia de Elmyr de Hory, uno de los mejores falsificadores de arte que se conocen, y su biógrafo Clifford Irving (otro tramposo que escribió de forma fraudulenta la biografía de Howard Hughes), Welles no parece tan interesado en relatar la historia de lo que sucedió con estos dos pintorescos personajes sino en cómo el mundo del espectáculo puede manipular nuestras mentes para llevarnos por los caminos elegidos por el director de turno. No en vano la propia carrera de Welles tuvo un importante despunte gracias a un fraude: su narración en una emisora de radio de La guerra de los Mundos, de H.G. Wells que fue confundida por una invasión real y causó el pánico (y la posterior indignación) en los Estados Unidos.
Cine y pintura se entremezclan en este curioso ejercicio de metalenguaje en el que se rompe la cuarta pared al antojo del señor Welles, cuya presencia como narrador tiene una potencia impagable, algo egocéntrica en algún momento.
Fraude no es, desde luego, una obra maestra, y puede resultar cansina en algunas secuencias concretas, innecesariamente alargadas, como las que protagoniza Oja Kodar, pero el conjunto resulta sumamente refrescante a la par que reflexivo, incluso mordazmente cómico por momentos.
El cine es una gran mentira, parece querer decirnos Welles en este documental, sin necesidad de hablar para ello de cine. Una enmarañada red de secretos y conspiraciones entre pintores y mecenas que termina por involucrar al mismísimo Pablo Picasso y que sirve como inspiradora revelación de que en esta vida no todo es lo que parece.
Al principio de la película el propio Welles, mirando profundamente a cámara, nos lo advierte: todo lo que veremos en los próximos sesenta minutos es totalmente real. Pero, ¿debemos creer a un tipo que se nos presenta disfrazado de mago? ¿Acaso no es la propia película en sí un fraude por definición?
Estas son algunas de las preguntas que se irán planteando a lo largo de este documental protagonizado por los propios personajes reales (aumentando así la bipolaridad entre realismo e impostura) y que se terminarán resolviendo al final de la historia.
¿O no?
Y es que esto no es más que eso: un fraude. Un engaño. Y Orson Welles es un mago de la escena en todos los sentidos.

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