domingo, 21 de junio de 2015

EL NIÑO 44 (5d10)

Ambientada en la Rusia comunista (la antigua URSS), El niño 44 cuenta la historia de un asesino en serie en una época en la que se proclamaba que “no existen asesinos en el paraíso”. En un época que podría definirse por una constante caza de brujas ante la paranoia de Stalin contra los “traidores a la patria” la aparición de este asesino se entremezcla con la extraña historia de amor entre el militar Leo Demidov y Raisa, y la caída en desgracia de la pareja por no querer acusar él a su esposa por traición.
Disfrazada por el sueco Daniel Espinosa de crónica social, la película es en realidad una simple y casi tópica historia de psicópatas al más puro estilo de El silencio de los corderos, aunque sin la tensión de aquella.
Confieso no haber leído la novela de Tom Rob Smith en que se basa, pero la película acontece de una falta de ritmo y una reiteración que hace que las más de dos horas de metraje resulten algo excesiva. Y no es que la película llegue a aburrir, que no lo hace, pero el caso es que si nos quedamos con la trama policiaca la cosa queda algo floja y previsible (hay que tener en cuenta que conocemos el rostro del asesino a media película) mientras que la parte política está lamentablemente desaprovechada.
Tanto es así que toda la fuerza dela película recae en su reparto, muy atractivo en cuanto a nombres se refiere pero sin demasiado interés por mi parte, con un Tom Hardy cuya cara de pena me está empezando a cansar, una Noomi Rapace tan insulsa como siempre y un Gary Oldman que, esté en la época que esté, siempre termina haciendo lo mismo (de hecho, una vez llegado al final, no pude dejar de preguntarme si se trataba de una especie de precuela de Batman en la que se nos explica como Gordon llega a comisario). También pululan por ahí Vicent Cassel, Joel Kinnaman y un casi anecdótico Jason Clarke. Muchos nombres pero pocas nueces.
Al final, la película logra mantener más o menos el interés, con algunos momentos de acción bastante bien conseguidos, pero sobrevuela sobre ella constantemente la sombra de la decepción, como si Espinosa fuese un jugador de cartas novato que no sabe qué hacer con una buena mano. Desde luego, la historia podría haber dado para mucho más. Pero habrá que conformarse con lo que hay.

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