jueves, 14 de mayo de 2015

WALKING ON SUNSHIRE (5d10)

A todos aquellos que proclaman indignados en contra de la burbuja de los superhéroes, a los que acusan de estar copando las pantallas y agotando un género (creo sin duda que ya debe ser considerado como tal), les invito a analizar cuántas películas basadas en cómics se han estrenado en lo que llevamos de año y cuántos musicales (ese género tan prolífico hace ya cuatro décadas y que parecía condenado al olvido hasta hace apenas unos años) han llegado a las carteleras en ese mismo periodo de tiempo. Y es que si tenemos que hablar de una burbuja en el mundo del cine (seguido muy de cerca por la peliculillas YA o las basadas en cientos de hadas) sin duda hay que referirse al musical.
Desde el estreno, hace ya de años, de Mamma mía!, la que bebe, y mucho, este film, todo parece valer con tal de ganar dinero con producciones de durante calidad aunque con bonita tonadas, alentados posiblemente por el auge en televisión de programas tipo La voz, Operación Triunfo y similares, canteras interminables de ¿actores?  dignos de los más pulcros gorgoritos.
En esa línea se mueve Walking on sunshine, con una historia estúpidamente previsible y plana y unos actores tan mediocres como carentes de empatía, y cuyas voces tampoco es que sean para lanzar cohetes (se salva, por razones obvias, Leona Lewis, que como actriz no vale un pimiento pero a la que se echa en falta más protagonismo en las canciones).
Tan carente de originalidad es este film que por tener no tiene ni una línea musical predefinida. Estamos acostumbrados a musicales inspirados en obras de Broadway, en historia versadas alrededor de un grupo o artista o, incluso, en las que se crean sus propias canciones. Pero este Walking on sunshine se limita a coger canciones populares ochenteras de aquí y allá, sin más criterio que el buen rollo que provocan, y las meten con calzador en medio de una historia de amor adolescente de vergüenza ajena.
Y si la historia es mala y los actores peores, ¿qué tiene la película que merezca su aprobado?, os preguntaréis. Pues que desprende lo mismo que las canciones seleccionadas: buen rollo.
Puestos a copiar, al menos han decidido copiar bien y de Mamma mía!, el referente más claro, hereda el uso y disfrute de unos paisajes de ensueño (en este caso las bonitas playa del pueblo de Puglia, en la costa italiana), los actores son todos (tanto ellos como ellas) insultantemente guapos, y las canciones (ahí están Venus, The power of love o la propia Walking on sunshine, entre muchas otras) terriblemente contagiosas.
Así, los directores Max Giwa y Dania Pasquini (dos personas han sido necesarias para consumar este despropósito, firmando además con el ridículo apelativo de Max & Dania) consiguen al menos que uno salga de la sala del cine de buen humor, pese a ser consciente de que la película es mala, embriagado quizá por el derroche de luz y color, de los hermosos planos que parecen postales, sonriendo y con las canciones resonando en la memoria.
Y eso, por sí solo, ya constituye un mérito, ¿no?

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