Del
antiguamente prestigioso Stephen Frears, que el año pasado pareció reconciliar
a publico u crítica con Philomena
(nominación al Oscar incluida) nos llega ahora su trabajo anterior, una
película tan interesante en su reparto como decepcionante en su resultado
final.
Demostrando
que a Bruce Willis hace ya tiempo que se le apagó la estrella, Doble o nada está encabezada por una
caricaturesca Rebecca Hall a quien la responsabilidad de sostener todo el peso
narrativo parece venirle demasiado grande. Basada en una historia real,
novelada además por la propia protagonista, Beth Raymer, la película sigue los
esquemas clásicos de la chica perdida que sueña con triunfar en Las Vegas,
aunque en esta ocasión el destino la salva de ser la típica camarera o
bailarina de striptease para introducirla en el mundillo de las apuestas. Un
argumento que invita al glamour y la intriga pero que se desarrolla con cierta
apatía, resultando anodina y poco interesante. De poco valen las apariciones de
rostros familiares como Joshua Jackson (recién salido de Fringe), Vince Vaughn, Frank Grillo o Catherine Zeta-Jones (la cual
precisa de un agente nuevo de manera urgente), pues es el propio director
(antaño grande entre los grandes merced de Las
amistades peligrosas, Héroe por
accidente o La reina) quien no consigue encontrar el ritmo adecuado a una
película que oscila demasiado entre la comedia ligera y el drama, rescatando
ligeras, ligerísimas pinceladas que podrían recordarnos a Ocean’s Eleven, El lobo de
Wall Street o Showgirl pero que
componen un batiburrillo que deambula sin rumbo fijo sin decidirse por ningún
estilo propio.
Ninguno
de los personajes tienen el carisma suficiente como para llegar a enamorarnos
de él (por momentos no consiguen que los entendamos siquiera) y la total falta
de empatía deriva en el bostezo continuo en una película que sin ser demasiado
larga lo parece.
Me
preguntaba qué había motivado a un film con semejantes actores y tan conocido
director a ser estrenada con dos años de retraso y en cuatro salas de cine mal
contadas. Ahora lo he descubierto. Una lástima, la verdad.
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