lunes, 4 de mayo de 2015

DOBLE O NADA * (4d10)

Del antiguamente prestigioso Stephen Frears, que el año pasado pareció reconciliar a publico u crítica con Philomena (nominación al Oscar incluida) nos llega ahora su trabajo anterior, una película tan interesante en su reparto como decepcionante en su resultado final.
Demostrando que a Bruce Willis hace ya tiempo que se le apagó la estrella, Doble o nada está encabezada por una caricaturesca Rebecca Hall a quien la responsabilidad de sostener todo el peso narrativo parece venirle demasiado grande. Basada en una historia real, novelada además por la propia protagonista, Beth Raymer, la película sigue los esquemas clásicos de la chica perdida que sueña con triunfar en Las Vegas, aunque en esta ocasión el destino la salva de ser la típica camarera o bailarina de striptease para introducirla en el mundillo de las apuestas. Un argumento que invita al glamour y la intriga pero que se desarrolla con cierta apatía, resultando anodina y poco interesante. De poco valen las apariciones de rostros familiares como Joshua Jackson (recién salido de Fringe), Vince Vaughn, Frank Grillo o Catherine Zeta-Jones (la cual precisa de un agente nuevo de manera urgente), pues es el propio director (antaño grande entre los grandes merced de Las amistades peligrosas, Héroe por accidente o La reina) quien no consigue encontrar el ritmo adecuado a una película que oscila demasiado entre la comedia ligera y el drama, rescatando ligeras, ligerísimas pinceladas que podrían recordarnos a Ocean’s Eleven, El lobo de Wall Street o Showgirl pero que componen un batiburrillo que deambula sin rumbo fijo sin decidirse por ningún estilo propio.
Ninguno de los personajes tienen el carisma suficiente como para llegar a enamorarnos de él (por momentos no consiguen que los entendamos siquiera) y la total falta de empatía deriva en el bostezo continuo en una película que sin ser demasiado larga lo parece.
Me preguntaba qué había motivado a un film con semejantes actores y tan conocido director a ser estrenada con dos años de retraso y en cuatro salas de cine mal contadas. Ahora lo he descubierto. Una lástima, la verdad.

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