viernes, 20 de febrero de 2015

La recomendación del mes: HOOLIGANS.

Estaba Elijah Wood tratando de escapar de la alargada sombra de Frodo de la trilogía de El Señor de los Anillos participando en papeles secundarios en películas como ¡Olvídate de mí! o Sin City cuando la directora Lexi Alex
ander le ofreció un papel de esos que es un caramelito para todo buen actor. Acompañando a un desconocido Charlie Hunnam (aún le faltarían muchos años para llegar a ser el héroe de Pacific Rin)
Hooligans es un inquietante viaje al interior de los grupos de aficionados al fútbol más radicales. Vistos desde fuera, es fácil ver a estos hinchas como unos borregos descerebrados más interesados en reventar la cabeza del hincha rival que de apoyar a su equipo en el campo. Y quizá lo sean. Pero la película –que en ningún momento pretende ser blanda con ellos- nos demuestra también la otra cara, la identidad de estos animales salvajes al día siguiente del partido, cuando vuelven a sus vidas normales y, como en el caso de Pete Dunham (el personaje interpretado por Hunnam), son entrenadores de niños, tienen familia e incluso son de los que ceden los asientos a los mayores en el metro.
Descubierta por mí gracias a la recomendación de mi amigo y compañero Arturo colón, la película pretende enseñar cómo hay que conocer antes que juzgar, sin que ello signifique que defienda ni justifique ciertas actitudes. Precisamente de ello se encargan Matt Buckner y Shannon Dunham (Wood y Claire Forlani, esa muchachita que se había puesto de moda con La Roca y ¿Conoces a Joe Black? y que ahora está prácticamente desaparecida), dos hermanos cuya percepción de las pandillas de hooligans es diametralmente opuestas. Mientras Matt, estudiante de periodismo recién llegado de Estados Unidos tras ser injustamente expulsado de la universidad, queda prendado de ese estilo de vida y de la camaradería que hay entre ellos, el sentido de la amistad elevado a su máximo exponente, Shannon está casada con el hermano de Pete y su único deseo es mantener a su matrimonio ajeno a ese mundo de peleas de bar y linchamientos callejeros que poco o nada tienen que ver con el deporte.
La amistad, la confianza y la fidelidad son tres valores puestos a prueba en un juicio de valor cuya sentencia queda a manos del espectador, en una historia cruda y realista cuyo único error lo encuentro es su escena final, casi un epílogo para cerrar la historia de Matt que, sin revelar lo que sucede, se me antoja que rompe con la construcción del personaje tal y como lo conocíamos hasta ese momento.
Pese a ello, Alexander consigue una película estremecedora a la par que instructiva y que descubre a todos aquellos que ven el futbol inglés desde lejos una realidad tan triste como estremecedora.
Como ven, yo ya he tomado partido.

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