domingo, 18 de enero de 2015

V3NGANZA (6d10)

Todo lo que empieza tiene un final, dicen. Y la saga de Venganza acaba aquí. Veremos…
Exprimiendo al máximo a la gallina de los huevos de oro Luc Besson es fiel a sí mismo machacando sus creaciones hasta que ya no puede sacar nada de ellas y decidirse a probar algo nuevo. No en vano es el artífice de sagas como Taxi (cinco películas y una serie), Transporter  (en rodaje las entregas cinco y seis) o Nikita (película, remake y dos series), donde demuestra que es el primer defensor de esa máxima que dice que cuando algo funciona, ¿para qué cambiarlo?
Fue Besson también el principal artífice de convertir a Liam Neeson en héroe de acción (luego Jaume Coixet Serra y otros se han subido al carro) hasta el punto de que cuesta imaginarse ahora al excelente intérprete irlandés en papeles más serios como el que le consagró en La lista de Schindler.
Esto no es necesariamente malo, aceptando que estaos ante una película sin más pretensiones que el entretenimiento puro y duro y que la profundidad dramática que pueda contener no es más que una mera excusa para poner la acción en marcha, sin que deba servir para sensibilizar nuestro corazoncito ni invitarnos a una reflexión profunda. ¿Y qué más da? También los ochenta estuvieron plagados de héroes de estas características y bien que disfrutábamos todos.
El problema radica en que Besson acostumbra a escribir (él o un ejército de negros, quien sabe, porque menudo ritmo lleva el gachó) y producir, pero salvo en contadas ocasiones deja el tema de la dirección en manos de otros (hasta él tiene una vida, parece ser) y Olivier Megaton, quien ya estuviera tras la primera secuela y la tercera parte de Transporter, no está para nada a la altura de las circunstancias (¿qué se puede esperar de un director con nombre de Transformer?).
Sin buscar en ningún momento la originalidad en su argumento (alguien mata a la exesposa de Bryan Mills, el prota, y le cargan a él con el mochuelo, por lo que debe de huir de la pasma y buscar venganza a la vez), V3nganza está muy influenciada por cualquier película del género que en esa gloriosa década de los ochenta pudieran protagonizar cualquier héroe justiciero de los muchos que habían (siempre se ha sabido que Besson es un fan de ese cine y ha tratado de copiarlo y adaptarlo a su gusto), pero en este caso dos son los referentes que más rápidamente se me vienen a la cabeza, el John McClaine de Jungla de Cristal y el Richard Kimble de El Fugitivo, con Forest Whitaker emulando aquí a Tommy Lee Jones.
Comparaciones aparte, la cosa podría funcionar bastante bien (tiros, peleas, persecuciones y Liam Neeson siendo más listo, más duro y más guay que nadie y repartiendo tortas como panes) si no fuera por la incompetencia del Megaton este que consigue que las escenas de acción sean confusas y precipitadas, siendo los momentos de las persecuciones (supuestamente espectaculares) las peor rodadas de todas, invitando al espectador a desconectar de la trama y a perder el sentido adrenalítico que Neeson, con su cara de sufridor duro, trata de imponer.
Al final, la película resulta tan entretenida como cabía esperar, sin aportar nada nuevo al género pero sin desmerecerlo demasiado tampoco (no es que estemos hablando de La jungla: un buen día para morir), siendo simplemente una más para pasar el rato, pero que con un buen director podría haber proporcionado un espectáculo algo más memorable. Eso hace que, al final, quede un regusto amargo.

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