lunes, 8 de diciembre de 2014

MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA (6d10)

Ya tenemos aquí nuestra ración de Woody Allen, y este año se ha hecho esperar, con más de dos meses respecto a su estreno americano.
Continúa el autor de Manhattan aprovechando sus películas para recorrer mundo y esta vez toca visitar La Provenza, donde se aleja de sus acostumbrados círculos urbanitas pero sin dejar de lado el ambiente adinerado y de clase alta que parecen tener sus últimas producciones.
Ambientada a finales de la década de los locos años veinte tiene esta Magia a la luz de la luna algún eco a su magnífica Midnight in Paris y no sólo por su ambientación francesa y su diversidad de personajes (la introspección entre cuatro paredes y alrededor de una mesa se la reserva para su amado Manhattan), sino por ese trasfondo mágico y sobrenatural que ya retrataba con mucho más humor en Scoop.
Un afamado mago (un gentleman londinense que actúa bajo el disfraz de un oriental) es persuadido por su mejor amigo (en un personaje que sin duda hace unos años Allen se habría reservado para si) para alojarse en una preciosa villa de la Provenza con el fin de desacreditar a una atractiva médium que al parecer pretende embaucar a una acaudalada familia.
Colin Firth cumple con creces como el estirado e incrédulo británico en un papel que le viene como anillo al dedo y que podría interpretar con el piloto automático puesto, siendo una mezcla entre la sobriedad de sus papeles más serios (como en El discurso del Rey o El topo) con su bis más cómica, el punto de locura surrealista de la que hiciera gala en Un plan perfecto.
Junto a él, Emma Stone se estrena como nueva chica Allen, logrando hacer suya la película y demostrando que, por encima de la genialidad (o no) del autor es ella (como Cate Blanchett lo era en Blue Jasmine) el verdadero motor del film. Tanto es así que se podría decir que si ella falla, la película falla, y por eso Allen ha tenido el acierto de contar con una de las mejores actrices jóvenes del momento (dudo que la Johannson hubiese resistido el peso de la narración tan bien), que siempre luce mejor con un ligero aire clásico (recuerden lo bien que le quedaba el papel de femme fatale en Gangsters Squad e incluso su Gwen Stacy tenía un puntito clasicista muy acertado).
Store brilla con luz propia, eclipsado todo lo demás, incluso los errores de guion que podrían ser pasable en cualquier otro director pero imperdonables en Allen, que si por algo ha destacado siempre es por sus libretos.
Y es que casi parece como si Woody Allen hubiese escrito esto con algo de desgana, forzando situaciones absurdas (un observatorio abandonado en mitad del bosque con la puerta abierta y en perfecto estado de utilización es sólo un ejemplo de ello) sólo por favorecer una situación, como si su ingenio fuese incapaz de buscar caminos más coherentes (para estas situaciones impostadas ya tenemos a Nolan), y con unos diálogos que, aun conservando la agudeza habitual y el cinismo propio de Allen, se tornan en ocasiones reiterativos y pesados, dando constantes vueltas sobre el mismo tema sin permitir avanzar demasiado la trama. Casi se diría que a Allen le sobra media hora de metraje (y eso que hablamos de una peli de hora y media justa) y no sabe cómo rellenarla.
Quizá si sea el momento de echar el freno y dejar de auto imponerse la realización de una película por año, más cuando en esta ocasión ha tenido el añadido de implicarse en otro rodaje por en medio, la flojita Aprendiz de Gigoló de su amigo Turturro.
Y no es que Magia a la luz de la luna llena sea mala, como lo era Desde Roma con amor, pero si flojea demasiado para un autor al que se le exige la excelencia, aunque todos (él inclusive) seamos conscientes de que las obras que bordó hace ya dos décadas no se repetirán. Pero aun así debemos pedir a Woody Allen mantener un nivel de brillantez que aquí sólo alcanza en momentos muy contados.
Claro que igual todo se resume a un "el fin justifica los medios" y todo valga para alcanzar un desenlace que, como los trucos de magia más manidos, no engaña a nadie y se deja ver desde el primer minuto.

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