viernes, 8 de agosto de 2014

VAMPIRE ACADEMY * (4d10)

No voy a desvelar aquí los peligros que entrañan las modas. Ya sea en el vestir, en música, literatura o en cine, cuando algo se pone de moda se traduce irremediablemente en un sinfín de imitaciones y malas copias totalmente carentes de imaginación con el único propósito de beneficiarse del trabajo de otros. Y si encima, el origen de esa moda es ya algo de discutible calidad, pues apaga y vámonos.
Esto es lo que está ocurriendo con el género YA, que es como se conoce a esas peliculillas que han existido toda la vida pero que han proliferado como Gremlins en un Tsunami a raíz de Crepúsculo, títulos generalmente basados en novelas para adolescentes con toques fantasiosos, algunas (las menos) con una supuesta intención ideológica y, como no, un trasfondo romántico, si es con triangulo mejor.
Así aparece esta Vampire Academy, otro ejemplo más de película que pasará desapercibida por las carteleras ya que ni siquiera la totalidad de la colección de novelas en las que se basa se ha editado en nuestro país. Por descontado, como es obligatorio en el cine YA, llega con la pretensión de inaugurar una nueva y fructífera saga. Y como en la mayoría de los casos, en eso se va a quedar, en una pretensión, como muy bien sabrá la protagonista, Zoey Deutch, que ya pululaba en esa cosa llamada Hermosas criaturas.
Agotando un género que personalmente me interesa mucho pese a lo maltratado que está por el cine últimamente (y desde aquí doy gracias a Jarmusch y Jordan por sus pequeñas joyitas), el de los vampiros, Vampire Academy mezcla sin pudor elementos de Crepúsculo con Harry Potter, confinando a una raza de vampiros (porque otra característica del cine y la literatura YA es esta, que no pueden limitarse a hablar de brujas o vampiros, todo se divide en razas extrañas como si así nos creyésemos que el autor realmente está siendo capaz de inventarse algo) llamada Morois (una especie de vampiros monárquicos más o menos buenos) en una especie de Hogwarts donde son protegidos por los Dhampir de los malvados Strigoi (sin comentarios).
La historia parte de la huida de la academia de Lissa y su amiga y protectora Rose, simple acto de rebeldía adolescente que no lleva a nada más que a demostrar lo peligrosos que son los Strigoi esos. Ya en la academia, Lissa, casualmente la princesa heredera al trono vampiro, deberá aprender a aceptar su destino mientras lidia con coqueteos adolescentes, bromas de mal gusto y alguna que otra traición (se supone que en un giro de guion despatarrantemente sorprendente) mientras su amiga Rose entrena para llegar a ser mejor protectora (y si mientras se liga a su instructor, pues miel sobre hojuelas).
En fin, ya el argumento da una pista de por dónde van los tiros. Una tontería monumental para quinceañeras a la que tan solo se le puede premiar la intención de apostar por una o dos escenas de acción filmadas de manera más o menos correcta y un ritmo que, por lo menos, no aburre demasiado, aunque poco importe lo que esté sucediendo.
¿Cuándo volverán los vampiros sedientos de sangre y mortalmente seductores que hace tanto que desaparecieron de los cines?


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