domingo, 15 de junio de 2014

X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO (7d10)


Resulta complicado tratar de valorar con imparcialidad una película como esta, ya que hay tres elementos fundamentales en ella que según la influencia que le reconozcamos hará que aumente o disminuya su percepción. 

Por un lado (y esto debería ser lo más lógico y fundamental) podemos tratarla simplemente como lo que es: una peli de acción y entretenimiento de las que se podría considerar como simplemente palomitera. Por otro lado se puede tener en cuenta que es una adaptación de un comic y como tal puntuar la fidelidad que tiene con el mismo y con su espíritu (y en ello no me entretendré demasiado, pues personalmente nunca he sido un gran seguidor de los mutantes). Y finalmente se le puede considerar como el cierre de una saga en la que su director, Bryan Singer, se ha empeñado en tapar grietas y agujeros con más o menos fortuna.
Se mire como se mire, X-men: Días del futuro pasado es una entretenidísima película con momentos impactantes y suficiente carga emocional para contentar a los más exigentes, aunque se le echa en falta un poco de chispa, un punto de pasión que termine por emocionar a todos aquellos que no vamos a jadear cada vez que hay un guiño o referencia que no va dirigido a nosotros, los “no muties”. Así, aunque no sea amigo de las comparaciones, teniendo en cuenta las grandes apuestas de género super heroico en lo que va de año, podríamos decir que está por encima de The Amazing Spider-man 2: el poder de Electro pero  que no alcanza a El Capitán América: El Soldado de Invierno.
Pero hagamos un poco de historia: Bryan Singer fue el artífice, allá por los lejanos 2000 y 2003, de resucitar las pelis de superhéroes con X-men y X-men 2, poniendo de moda el mundo de los comics tras los últimos fiascos en adaptaciones que hacían pensar que el Superman de Donner y el Batman de Burton eran excepciones que confirmaban que cine y comics no casaban bien (luego ya vendrían los pelotazos del Spiderman de Raimi, El Caballero Oscuro de Nolan y el exitoso experimento de Universo Cinemático de Marvel) aunque tras producir X-men Origenes: Lobezno tuvo que abandonar el barco mutante cuando la Fox no quiso esperar a que terminara Superman Returns para realizar la tercera parte de la saga, siendo sustituido por Brett Ratner . Viendo que la acogida de estas dos películas no fue especialmente buena (y lo mismo se podría decir de la carrera de Singer por su cuenta), la Fox y el director parecían condenados a reencontrarse. 
A punto estuvieron con X-men: Primera generación, que de nuevo los problemas de agenda (esta vez por culpa de Jack Cazagigantes) dejaron fuera del barco al director neoyorquino en favor de  Matthew Vaughn, y que supuso un soplo de aire fresco a la saga que en taquilla, sin embargo, no terminaba de remontar el vuelo, como terminó de confirmar la secuela de X-men orígenes: Lobezno (Lobezno Inmortal). Así, parecía el momento propicio para que Singer y Fox volviesen a unir fuerzas en busca de la película definitiva o el fracaso más absoluto. Hacía ya catorce años de aquel primer equipo de superhéroes mutantes que asombró al mundo y quedaba por en medio todo un camino de decisiones precipitadas, guiones irregulares y muertos mal enterrados.
Por eso, con Singer de nuevo a los mandos de los mutantes de Marvel, lo primero que se hizo es construir un gigantesco puzle donde no sólo se reuniese a lo mejor de los dos films de Singer con lo del de Vaughn sino que en lugar de correr un tupido velo sobre las decepciones que supusieron X-men: La decisión final y los dos Lobeznos (tal y como el propio director había hecho con su también fallido Superman returns, para la que había ignorado totalmente la existencia de Superman 3 y 4) se tratara de explicar y/o arreglar todos los desaguisados de tales films.
Un poco siguiendo la estela del Star Trek de Abrams, Singer logra reinventar la saga con una película que es a la vez reboot, secuela y precuela, usando el truco de los viajes en el tiempo y con la historia creada por Chris Claremont como base principal (curiosamente una historia en la que el propio Cameron confesó haberse inspirado para su Terminator, película a la que hay un guiño en la propia X-men: Dias del futuro pasado).
Estamos en el futuro, un futuro oscuro ya anunciado por el profesor Xavier y Magneto en el prólogo final de Lobezno Inmortal. Tras una cruel guerra que ha diezmado a la raza mutante la humanidad entera está en peligro y la única esperanza es que los X-men supervivientes (los que quedan de la trilogía original más alguna nueva incorporación) envíen la conciencia de Lobezno al Lobezno de hace cincuenta años para, con la ayuda de la versión joven de los mutantes vistos en X-men: Primera generación tratar de cambiar los acontecimientos que terminarán desembocando en la guerra contra los mutantes.
Con un planteamiento que de entrada puede resultar confuso, la película transita entre pasado y futuro con dos generaciones de X-men luchando por su propia supervivencia pero entre los que sobresale el trío protagonista que ya brillara en la versión de Vaughn, es decir, los personajes interpretados por Michael Fassbender, James McAvoy y Jennifer Lawrence, con un Hugh Jackman que termina siendo menos omnipresente de lo que inicialmente nos pudiésemos temer (lo cual es de agradecer, Fox tiene que convencerse de que hay vida más allá de Lobezno) y una absolutamente genial presentación de Mercurio (mutante al que también veremos, aunque interpretado por otro actor, en Los Vengadores: La era de Ultrón), que roba protagonismo a todos los que le rodean durante unos minutos brillantes pero que después desaparece para que el peso de la acción y el drama recupere a sus protagonistas.
Uno de los grandes méritos de esta nueva incursión de los X-men en el cine es el conseguir mantener a todos los actores del elenco principal cuyos rostros estarán por siempre ligados a los personajes y aumentar aún más el nivel interpretativo con la apuesta de Peter Dinklage (el maquiavélico Tyrion Lannister de Juego de Tronos) como el villano de la función, que junto a Evan Peters como el mencionado Mercurio y Omar Sy (quizá uno de los actores más desaprovechados del gran reparto coral) como Bishop es una de las nuevas caras de la saga.
Supongo que hay que concederle un punto de fortuna a una franquicia que en su momento apostó por rostros bastante desconocidos como fueron Hugh Jackman o Halle Berry que luego se convirtieron en grandes estrellas y volvieron a acertar en el reboot con Fassbender, McCavoy y Lawrence, consiguiendo así que al juntarlos todos y sumar a los veteranos Patrick Stewart y Ian McKellen a la ecuación nos encontremos con uno de los repartos más impresionantes de todos los tiempos (sumemos las apariciones más o menos relevantes de Nicholas Hoult, Anna Paquin o Ellen Page más alguna sorpresita que no voy a revelar).
Con todos estos componentes resultaba casi imposible que Singer hiciera una película mala, en la que solo debe preocuparse por acertar en el ritmo narrativo y establecer con claridad las preferencias entre las dos líneas temporales, consiguiendo acertar en ello y poner el broche de oro a una franquicia que le pertenece por méritos propios (aunque no hay que restarle méritos ni obviar la influencia que ha ejercido Vaughn en la misma).
X-men: Días del futuro pasado es, en resumen, un gran fin de fiesta, una película donde confluyen todos los afluentes que parecían perderse a lo largo de las seis películas anteriores y que establece un punto y aparte en el mundo mutante marvelita. No es la última película que veremos del grupo (ya están anunciadas una tercera de Lobezno y X-men: Apocalipsis), pero la creación de diferentes líneas temporales que se producen a lo largo del film (los que en su día no se aclararon con la trilogía de Regreso al futuro aquí lo van a flipar) permite que los fans más acérrimos disfruten de una despedida/homenaje de toda una generación a la par que deja claro quién dirigirá el cotarro a partir de ahora, con Jennifer Lawrence como gran estrella, James McCavoy con un papel que le permite lucirse y un Fassbender que quizá sea de lo más flojito del film, como si no terminara de estar demasiado interesado en la historia.
Centinelas, una buena recreación de los 70’ y muchos mutantes para una peripecia narrativa a la que tuvieron que eliminar una subtrama entera para no liar más la cosa y que hará que su aparición en DVD en una hipotética versión extendida sea muy apetecible.
Los mutantes han vuelto. Y es para quedarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario