viernes, 9 de mayo de 2014

DIVERGENTE (4d10)

Nos encontramos ante una nueva tontería de esta especie de subgénero que ha aparecido durante la última década que se ha dado en llamar cine YA (young adult), es decir, películas para adolescentes centradas en un futuro distópico con un héroe (o preferentemente heroína) dispuesto a salvar el mundo de una sociedad corrupta y capaz de tener una apasionada historia de amor, mejor con triángulo incluido, en sus tiempos libres, normalmente basándose en una saga de novelas que salvo excepciones está perpetrada por alguna ama de casa que no tiene ni pajolera idea de escribir y se limitan en plasmar en papel sus fantasías lujuriosas y épicas con las que huir de su decepcionante vida rutinaria.
Desde que terminaran las sagas de Harry Potter y Crepúsculo, dos polos opuestos pero megataquilleros de esta corriente, Hollywood se ha dedicado a adaptar indiscriminadamente toda novelucha juvenil que caía entre sus manos en busca de una nueva gallina de los huevos de oro, con estrepitosos fracasos (algunos previsibles, como Hermosas criaturas, otros más inesperados, como Los juegos de Ender), con la gran excepción de la digna Los juegos del hambre, la única que tiene garantizada la conclusión de la saga (a medio camino se encuentran cosas que ni triunfaron ni tampoco molestaron mucho como las colecciones de futuro incierto de Narnia y Percy Jackson).

En este panorama aparece Divergente, primer título de una trilogía ¿literaria? que no pienso leer y que por arte de magia se convertirá en tetralogía en el cine, con la heroína encarnada por Jennifer Lawrence como máximo referente.
Como no puede ser de otra manera en estos derroches de creatividad nos encontramos ante una sociedad de postguerra (una vez más nos quedamos con las ganas de ver esa guerra) en la que la sociedad ha quedado dividida en secciones (aquí son facciones como en otras sagas eran distritos o incluso casas). Aunque es el ADN de cada uno lo que revela a que sección pertenece cada uno, ya que estas se rigen por un rasgo de carácter distintivo, existe la posibilidad de que uno elija su propio destino, eso sí, sin opción a recular jamás. El problema vendrá cuando la protagonista descubra que su ADN la define como Divergente,  lo que significa que posee algo de cada una de las facciones y es por lo tanto superior a sus compañeros. Como eso está muy mal visto se decanta por hacerse de Osadía, para decepción de sus padres, que son de Abnegación. A partir de aquí la historia se transforma en una especie de academia militar absurda y violenta con unos tintes fascistas que ríete tú de Ender, hasta que la protagonista Tris, que empieza como un patito feo y termina como reina del cotarro, descubra que hay una trama conspiratoria en las altas esferas y que va a haber una especie de golpe de estado perpetrado por Jeanine (una embarazada Kate Winslet que confirma con su participación en esta peli que los Oscars no bastan para llenar los bolsillos), que por cierto es lo más parecido a la cabeza de gobierno de una sociedad que no termino de entender, por lo cual sus motivaciones son poco menos que absurdas.
Entre tanto tópico y giros de guion que no sorprenden a nadie no pueden faltar los grupitos de amigos que apenas conocerse se defenderán hasta la muerte, las traiciones ¿inesperadas?, el romance y, por supuesto, el drama familiar. Y es que esta Tris es tan gafe que a su lado Peter Parker es sinónimo de la buena suerte.

Poniendo jeta a la prota está la insípida Shailene Wodley(la que fuera hija de George Clooney en Los descendientes y estuviera a punto de ser la MJ de The amazing Spiderman 2 hasta que los fans se enteraron y amenazaron con quemar Marvel hasta los cimientos), y que no tiene ni la calidad, ni el físico ni el carisma de la Lawrence, a la que acompaña algún rostro conocido como Maggie Q, vista en la televisiva SHIELD y Jai Courtney, uno de los culpables de que La jungla: un buen día para morir sea tan mala, aparte de la mencionada Winslet, rostro de prestigio obligado en este tipo de producciones y que aporta algo de caché junto a la desaparecida Ashley Judd. Mención aparte se merece el insoportable Miles Teller, un niñato acostumbrado a las comedias estúpidas tipo Noche de marcha y al que pretenden convertir en el nuevo Mr. Fantástico (!!).
No voy a negar que el director, Neil Burger, ha sabido dotar a la película de algunas secuencias de acción realmente trepidantes, pero se enfrenta a un guion tan flojo y colmado de sinsentidos que no puede evitar que a la postre las dos horas y veinte minutos de duración resultan interminables y me inviten a definir la película como de aburrida.

O a lo mejor, claro está, es que no la entendí...

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