domingo, 2 de marzo de 2014

PHILOMENA (8d10)

Philomena es una intensa, sensible y conmovedora historia basada en hechos reales que Stephen Frears , el genial director de dramas imperecederos como Las Amistades Peligrosas o The Queen y que últimamente andaba algo perdido (casi desde la deliciosa Chéri), sabe conjugar con leves gotas de humor y una impagable química entre los dos actores protagonistas, la siempre excelente Judi Dench (en las antípodas de su papel firme y autoritario como la M de los últimos James Bond) y merecedora candidata al Oscar y el menos aclamado pero no por ello peor actor Steve Coogan, ignorado por la academia respecto a su talento interpretativo pero que opta a dos estatuillas (que no creo que consiga) como productor y guionista de la película.
Basada en la novela escrita por el periodista Martin Sixsmith, Philomena narra la búsqueda por parte de una anciana del hijo al que tuvo que renunciar casi cincuenta años atrás y su encuentro con un periodista en horas bajas por culpa de una efímera y accidentada carrera política que la ayudará en su propósito a la vez que iniciará un camino hacia su propia redención espiritual.
Con el drama de los niños separados de sus madres durante mediados del siglo pasado por parte de diversos conventos religiosos (la historia se sitúa a caballo entre Irlanda y los Estados Unidos, para conocer la visión española de esos actos pueden remitirse a la miniserie llamada, precisamente, Niños Robados) como motor de arranque Philomena es, desde luego, una película de denuncia, pero Frears no se contenta con plasmar unos hechos sino que construye a dos personajes entrañables de sentimientos antagónicos cuya relación es la verdadera base de la película, con dos puntos de vista peculiares respecto no ya a la actuación de la iglesia en estos casos sino a la propia Fe cristiana, con capacidad para la comprensión y el perdón por parte de Philomena, la dolida madre, y un gran cinismo cargado de escepticismo por parte del periodista Sixsmith.
Con una hermosa composición musical de Alexandre Desplat (cuarta y última nominación de Philomena), el gran secreto del film es la capacidad de su director de plasmar una historia dramática con unos diálogos tan brillantes y unos momentos cómicos perfectamente calculados que permiten aliviar la seriedad de la historia sin perderle por ello el respeto consiguiendo momentos incluso de intriga, cuando lo fácil sería caer en el melodrama lacrimógeno más propio de la pequeña pantalla.
Fears probablemente no es un director especialmente virtuoso (lo cual no significa que la película no posea una acertada ambientación sacando el máximo partido tanto a los paisajes rústicos como a los eternos símbolos arquitectónicos estadounidenses), pero el hecho de que el propio realizador sea plenamente consciente de ello le permite centrar sus fuerzas en la dirección de actores y en el ritmo narrativo, que nunca decae haciendo corta su hora y media de duración.

Intensa, emocionante, reflexiva e inteligente, el estreno de Philadelphia cierra el visionado de las películas candidatas al Oscar (a la espera de Dallas Buyers Club, que gracias a los distribuidores deberemos esperar a verla –al menos de manera legal- hasta un par de semanas después de la ceremonia, con su protagonista –Matthew McConaughey- casi con toda seguridad ya premiado), una película que gustará a todo tipo de espectador, sin necesidad de estar especialmente preparado para ella como podría ser el caso de Nebraska o incluso Her, y en la que la Dench está, sencillamente, insuperable.

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