lunes, 3 de febrero de 2014

JACK RYAN: OPERACIÓN SOMBRA (6d10)

Nueva adaptación al cine del célebre personaje de Tom Clancy, aunque con una importante salvedad: se trata de un guion escrito directamente para la gran pantalla por David Koepp y Adam Cozad, sin partir de ninguna novela concreta. Así, no hay que encuadrar esta película dentro de una hipotética saga de Jack Ryan, como pueda suceder con James Bond o Ethan Hunt, y la prueba más clara es que la película arranca con un Ryan universitario contemplando con estupor los atentados del 11 de septiembre, lo cual impide cualquier alineación cronológica con las otras versiones del personajes (todas ellas, esa vez sí, basadas directamente en novelas de Clancy), las interpretadas por Alec Baldwin en La caza del Octubre Rojo (John McTiernan, 1990), Harrinson Ford (Juego de Patriotas, 1992, y  Peligro Inminente, 1994, ambas de Phillip Noyce) y Ben Affleck (primer intento de renovar la supuesta saga con Pánico Nuclear, de Phil Alden Robinson, en 2002).
En esta ocasión es Chris Pine (quien ya consiguiera hacer olvidar a William Shatner reinventando al Kirk de Star Trek) quien pone rostro y carisma al popular analista de la CIA que empleando más el ingenio y la lógica que la fuerza y las armas (eso tampoco significa que la película carezca de escenas trepidantes y de gran acción), diferenciándolo de otros agentes secretos más al uso. Aun así, los guionistas no evitan hacer un guiño a los seguidores más exigentes del personaje respetando elementos icónicos como su relación con Cathy (descubrimos ahora como se conocieron y sus primeros años de convivencia antes de decidirse a pasar por el altar), interpretada en esta ocasión por Keira Knightley , así como las razones que lo llevaron a convertirse en analista (agradézcanselo a su mentor Thomas Harper, un Kevin Costner recuperado para el cine después de que su Jonathan Kent fuese de lo mejorcito de El hombre de acero, muerte estúpida aparte) y por qué un simple burócrata está tan preparado para la acción (el Ryan original fue veterano de la II Guerra Mundial, este estuvo en Afganistan, ¿ve lo que les decía de la cronología?).
Una característica de la obra de Clancy es ser muy respetuosa con el tiempo que le ha tocado vivir, y las películas no son una excepción. Si las intrigas de la Guerra Fría o el temor al terrorismo fueron temas importantes en los títulos anteriores, es este caso la amenaza que puede acabar con el estilo de vida americano se puede traducir en una demoledora crisis económica (no podía ser de otra manera).
El tercer eslabón de la cadena que garantiza el éxito de este film (tras los nombres de Pine y Clancy) es el de Kenneth Branagh, otrora brillante director reconvertido ahora en artesano eficaz que lejos de sus análisis de personajes reflexivos como corresponde a un fiel shakesperiano (aunque algo se mantuvo en su anterior película, Thor, al menos en la parte centrada en Asgard) se centra más en desarrollar correctamente una historia que en manos de un director menos diestro podría resultar confusa, demostrando que aun estando lejos de la maestría de sus mejores obras (como añoro al autor de Los amigos de Peter, Mucho ruido y pocas nueces y –sí, voy a atreverme a definirla como obra maestra- Frankenstein de Mary Shelley) sigue filmando extraordinariamente bien, midiendo bien el ritmo, dando el tiempo correcto a los diálogos (y es de agradecer encontrar buenos diálogos en un film de acción) y teniendo tiempo incluso para regalarnos la pasividad inquietante de su rostro en la confección del villano de la historia.
Pese a estar estrenada en este mes tan repleto de festivales y premios, Jack Ryan: Operación Sombra no es, ni pretende serlo, una película de Oscars, sino un simple entretenimiento, elegantemente filmado, con aroma clásico y buenas interpretaciones que no aburre en ningún momento aunque tampoco se atreve a arriesgar en su apuesta, por lo que pocas sorpresas se pueden hallar en ella.

Intriga, persecuciones, americanos heroicos y rusos malos. Y la sonrisa de chico travieso de Chris Pine. No pidan más y no serán decepcionados.

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