domingo, 26 de enero de 2014

MINDSCAPE (6d10)

Mindscape es el debut del cortometrista y ayudante de dirección español Jorge Dorado como director, con el apadrinamiento del catalán Jaume Collet-Serra mediante su productora Ombra Films, empresa cuyo propósito es la de abrir camino futuras promesas de la dirección española en las siempre difíciles tierras americanas. Así, Mindscape es una película hispanoamericana con un equipo técnico patrio y un reparto puramente hollywoodiense, encabezado por el siempre solvente Mark Strong y la sorprendentemente deslumbrante Taissa Farmiga, prometedora hermana de Vera y ya vista en la serie American Horror Story y en la flojilla The Bling Ring, aunque podemos encontrar en el reparto otros rostros conocidos como el veterano Brian Cox o la breve pero importante aparición de Alberto Ammann.
En la línea de los últimos grandes éxitos del cine español, cabría definir Mindscape como una película de género, un thriller de constantes giros de guion y sorprendentes revelaciones. Pero más allá de eso, hay en el film de Jorge Dorado una mezcla de estilos en el que se puede adivinar los muchos referentes del director a la hora de embarcarse en su aventura yanqui, partiendo por la presencia de una jovencísima femme fatale con reminiscencias al cine noar de los años 60 pero recordando también a la Lolita de Kubrick.
Con un ligero (y a la postre irrelevante) toque fantástico que nos acerca a la obra de Philiph K. Dick, Mindscape nos introduce a un futuro cercano en el que los “detectives de la memoria” son el pan nuestro de cada día. Se trata de personas con la capacidad de sumergirse en los recuerdos de sus clientes, práctica suficientemente aceptada por la sociedad que es incluso admitida en los tribunales como pruebas en un juicio, por debajo, eso sí, de las habituales pruebas de ADN. John Washington era el mejor detective de su empresa hasta que la muerte de su esposa le obligó a retirarse temporalmente. Necesitado de dinero, decide aceptar un caso aparentemente sencillo, averiguar los traumas ocultos en la mente de Anna, una chica de dieciséis años de acaudalada familia que se encuentra en huelga de hambre. Pero una vez se inicia la relación entre ambos John comprobará que hay puertas que quizá deberían seguir cerradas.
Así, ignorando el elemento futurista, nos encontramos ante la clásica historia de un detective atrapado en las garras del magnetismo salvaje de una dama que pese a su aparente fragilidad podría terminar siendo quien mantenga en todo el momento el control de la situación. O quizá no, y todo sea un intento desesperado de su padrastro por controlar la increíble fortuna de su esposa que, en buena ley, debería heredar la adolescente a no ser que fuese internada en un  psiquiátrico y declarada incapacitada. Existe, por tanto, el juego de la dualidad visto en películas como Las dos caras de la verdad o Instinto básico (película que el propio director pidió a Taissa que viera para ayudar a entender su personaje), mientras que los juegos mentales –con alguna que otra trampa que busca despistar de forma algo artificial al espectador- recuerda también títulos recientes como el Origen de Christopher Nolan o el Shutter Island de Scorsese (casualmente ambas con Di Caprio).
Las mejores armas de la película son, qué duda cabe, sus factura técnica y la gran química entre sus protagonistas, con una Taissa Farmiga brillante cuyo trabajo remite a la Mia Wasikowska de Stoker, consiguiendo transmitir una dulce fragilidad a la vez que produce cierto desasosiego con su sola mirada.
El talón de Aquiles, por su parte, está en las nobles intenciones de engañar al público con sus trucos argumentales, con una sinceridad  tal que obliga a dejar pequeñas miguitas por el camino para demostrar que no hay nada improvisado sobre la marcha, de manera que se corre el peligro de que el avispado espectador puede  llegar –como me sucedió a mí- a adivinar el desenlace apenas alcanzado el ecuador de la película, con lo que tengo la duda de si la película podría resistir con éxito un segundo visionado.
De lo que no cabe la menor duda es de que la película está muy bien hecha, es fácil de seguir (en eso se agradece su ausencia de pretenciosidad intelectualoide que se encontraba en la paja mental de Nolan) y entretiene.

Y de paso, invita a reflexionar sobre porqué una película que no precisa de un gran presupuesto, debe emigrar al otro lado del charco pese a que sus principales talentos son españoles. ¿Este es el apoyo que merece nuestro cine?


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