sábado, 28 de diciembre de 2013

LA LEYENDA DEL SAMURÁI (47 RONIN) (5d10)

La historia de los 47 ronin es un cuento tradicional japonés, una leyenda de esas de toda la vida que se transmiten de padres a hijos y que podría creerse que está inspirada en una base real si no fuese por la presencia de espíritus demoníacos, brujas y dragones.
Y es importante resaltar esto porque quien se  acerque a este film sin tener claro que, desde el punto de vista occidental, está englobado en un mundo fantástico puede quedarse descolocado ante la primera aparición mitológica, en contraposición con el aspecto realista, e incluso histórico, que de la sociedad feudal japonesa se ofrece. Y aquí se encuentra el primer error de la película, la pretensión de tomarse en serio a sí misma en lugar de apostar abiertamente por la ficción,  pretendiendo (sin conseguirlo) comunicar los valores de un pueblo que, visto lo visto en pantalla, resulta fascista, absurdo y carente de sentido. No basta con repetir hasta la saciedad la palabra honor para transmitir dicho concepto, pues lo que nos plasma en pantalla el director Carl Rinsch (un debutante, por cierto, lo cual dice bien poco en nombre de la ambición de los productores) corresponde más a la sumisión ciega que al honor.
Interpretada con corrección por un recuperado Keanu Reeves (que en breve presentará su debut como director, Man of Tai Chi, también de tono oriental, lo que sugiere que su participación en este film sea casi un capricho más que simple confianza en un proyecto), Hiroyuki Sanada (visto recientemente en Lobezno inmortal), Tadanobu Asano (el Hogun de las dos Thor, va de comics la cosa) y las féminas Kô Shibasaki (estrella televisiva en el país nipón) y Rinko Kikuchi (que ya mancilló el espíritu japo en la cansina Pacific Rin), la segunda traba de La leyenda del Samurái es responsabilidad de su director, un artesano del copia y pega (Japón es algo más que árboles en flor y puentes curvos) que ha visto demasiadas veces El Señor de los Anillos, aunque no las suficientes como para aprender algo de Peter Jackson. El Japón de esta película tiene unos bonitos colores, pero poco más, demostrando que el señor Rinsch quiere jugar a ser Yimou Zhang, Chan-wook Park o Ang Lee pero las buenas intenciones pocas veces son suficientes. Aunque quizá el problema no sea sólo suyo. Quizá radique también en querer disfrazar de oriental una producción americana.
El tercer punto negativo está en su guion. Desconozco la leyenda original y lo fieles que han sido a la historia de estos 47 samuráis que buscan vengar la muerte de su señor, pero una cosa es el argumento y otra muy diferente el guion. Y por mucho que pueda ser normal intuir cómo va a acabar una película, saber después del primer cuarto de hora quién va a morir antes, cuáles y  cómo van a ser los enfrentamientos finales y cómo se va a desarrollar prácticamente todo no es muy positivo.
Pese a todo, la película es entretenida y no aburre en ningún momento (¿cómo hacerlo? ¡Es una peli de samuráis con peleas y monstruos!), con luchas bien coreografiadas y una adecuada ambientación, pero cuyo resultado final más bien sabe a poco.
¿Quién sabe? Igual es cosa mía, que me estoy haciendo mayor. ¿Quién le iba a decir a un fan incondicional en los 80 del cine de Schwarzenegger que iba a puntuar igual a La mirada del amor que a El Hobbit: La desolación de Smaug y que iba a pasarlo mejor con Ismael que con una de samuráis.

Definitivamente, los años no perdonan…

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