viernes, 15 de noviembre de 2013

THOR, EL MUNDO OSCURO (7d10)

Aun después de siete películas continúo quitándome el sombrero ante la maravillosa y arriesgada fórmula elegida por Marvel Studios para trasladar a la pantalla grande sus más celebres personajes (o por lo menos aquellos de los que mantienen sus derechos).
Como si de los propios comics se tratara han construido un Universo propio gracias al cual no solo encontramos referencias de unas películas a otras sino incluso cameos de sus actores para regocijo de fans.
En este panorama, Thor, el mundo oscuro forma el segundo eslabón de la cadena que nos conducirá hasta Los Vengadores: la era de Ultrón, situándose cronológicamente justo tras los sucesos de Los Vengadores y, por lo tanto, a la par de Iron Man 3. Además, en ella se dan pistas que no voy a revelar aquí sobre Guardianes de la Galaxia, que llegará justo a continuación de Capitán América: el Soldado de Invierno. Para rizar más el rizo algo de lo que en esta película sucede tendrá consecuencias (como pasará también en la segunda aventura del Capi) en la serie de televisión de Shield.
Pero centrándonos solo en este film lo primero que destaca es que los mandos han cambiado de manos. La ausencia de Kenneth Branagh en la silla de dirección implica un distanciamiento al tono shakesperiano que tan al dedo iba para definir la relación amor/odio entre Thor y su padre Odín, restando brillo a la magnífica Asgard vista en la primera película, aunque la experiencia de su sustituto, Alan Taylor, como realizador de diversos capítulos de Juego de Tronos se traduce en un mejor dominio de la narrativa bélica. Obviamente, Taylor está más interesado en la acción pura y dura que en las intrigas de palacio, y es que el conflicto que Branagh nos mostró entre Thor, Odín y Loki ya ha quedado atrás. El Dios del trueno ha madurado y es ahora un digno heredero del padre de todos, mientras que los sucesos de Nueva York narrados en Los Vengadores han dejado a Loki en una  situación de no retorno, encarcelado y repudiado por su propio padre.
Tampoco es necesario perder tiempo con la relación entre Thor y Jane Foster, pues una vez reencontrados podrán reanudar su amor interrumpido tras la marcha de Thor al final de la primera película (ahora sabemos que tras la destrucción del Bifröst ha estado recorriendo los Nueve Reinos para restaurar la paz) mientras forman alianza para salvar Midgard y, posiblemente, el universo entero.
Y de eso precisamente trata Thor, de las alianzas. Mucho más coral que otras películas Marvel el hijo de Odin deberá recurrir a la ayuda de sus compañeros de armas, Fandral, Volstagg, Heimdall (Hogun se mantiene en esta ocasión en un segundo plano), y la enamorada Sif (Jaimie Alexander, verdadera fémina de la película, mucho más interesante que una desganada Natalie Portman) por un lado, contará de nuevo con la colaboración terrestre del profesor Erik Selvig, Darcy y la propia Jane (a quien se les une un nuevo personaje, el becario Ian), mientras que uno de los puntos álgidos del film será la necesidad de tener que confiar en su traicionero hermanastro Loki.
Olvidados los Hombres de Hielo, los villanos en esta ocasión volverán a ser originarios de la mitología asgardiana: los Elfos Oscuros, una raza tan antigua como la existencia misma que ya fueron derrotados en el pasado por el padre de Odín, Bor, y que tratarán de nuevo de extender su oscuridad por todo el universo, siempre comandados por el pérfido Malekith. Es en este punto donde encontremos quizá lo más flojo de Thor, el mundo oscuro, pues tanto el origen como las motivaciones de Malekith y su raza queda bastante desdibujada, obligándonos a afrontar el hecho de que son los malos de la historia sin darle más vueltas.
Con Christopher Eccleston en el papel de villano, el resto del elenco es prácticamente el mismo que en la primera parte, con Chris Hemsworth totalmente amoldado al papel y un Tom Hiddleston que de nuevo es lo mejor de la película, logrando que su Loki, pese a contar con menos metraje que en Thor o en Los Vengadores, vuelva a ser la estrella de la función. Solo Natalie Portman parece desentonar con una actuación más floja de lo que nos tiene acostumbrados, quizá debido a sus discrepancias iniciales con la productora por la elección del director o que, simplemente, tras su merecido Oscar por Cisne Negro ha aprendido a actuar con el piloto automático puesto en estas producciones que si bien le van a llenar los bolsillos no van a proporcionarle premios ni alabanzas por mucho que se esfuerce. O a lo mejor simplemente es que su papel no da para más porque esta vez, por encima de todo, lo importante es la aventura. Hay drama, desde luego, vuelven los conflictos familiares e incluso alguna muerte que no es cuestión de desvelar ahora, pero lo más destacado de esta secuela es que Thor, por fin, en Thor. No tiene que adaptarse a Midgard, como le sucediera en la primera parte, o a sus nuevos aliados, como fue el caso de Los Vengadores. Ahora, al fin, vemos al superhéroe dándolo todo en el campo de batalla, volando, peleando y lanzando el martillo como los lectores de los cómics llevan tiempo esperando. Además, el detalle de trasladar la acción del ya sobradamente machacado Nueva York hasta Londres (un Londres, por cierto, menos tópico de lo habitual en Hollywood) imprime un nuevo soplo de aire fresto.
Por eso, pese a alguna carencia argumental, Thor, en el mundo oscuro, es un disfrute total, con mucha acción pero muy bien gestionada y un humor que no puede faltar en las producciones Marvel perfectamente incorporado al ritmo narrativo.
Chris Hemsworth (el más desconocido de los actores que conforman la plantilla de héroes de Marvel) es, definitivamente, Thor, y –tal y como pasa con su compañero de fatigas Robert Downey Jr.- no es posible ya imaginar al futuro rey de Asgard con otro rostro.

Thor: larga vida al rey. Larga vida al Vengador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario