jueves, 21 de noviembre de 2013

RETORNADOS (7d10)

Retornados es la nueva película del director  Manuel Carballo, que se dio a conocer con El último justo y despuntó con La posesión de Emma Evans, pero es también una nueva apuesta del cine español por el terror de calidad, ofreciendo un producto diferente y dando una nueva vuelta de tuerca a un subgénero tan sobrexplotado como el la temática zombie, que parecía que no tenía nada nuevo que ofrecer.
Pero es además una película que invita a la refl
exión sobre si es un acierto esta apuesta por el mercado internacional que lleva a algunas productoras a realizar títulos notables como éste en inglés con un reparto extranjero y, por lógica presupuestaria, de medio pelo.
¿No habría sido mejor apostar por un producto 100% nacional como era REC, con algún nombre llamativo en su reparto en lugar de ofrecer un estreno que no ha tenido una gran resonancia aquí y que sólo será una más del montón fuera de nuestras fronteras? Sea como sea, el día de San Valentín, fecha de estreno en los USA, tendremos la respuesta.
Sobre su argumento, la versión fácil sería decir que se plantea una nueva epidemia zombie (para los más doctos diremos que más bien son infectados, primos hermanos de los de 28 días después y su secuela), para los que se ha descubierto una cura, con la única pega de que los afectados deben inyectarse una vacuna diaria sin la que se convertirían irremediablemente en muertos vivientes (bueno, sí, que no son muertos, vale, son infectados). El problema es que las reservas del medicamento se están agotando.
Dicho esto, pongámonos serios y reconozcamos la realidad. Esta no es una peli de zombies. Ni de lejos.
De lo que de verdad quiere hablar Carballo es del miedo a lo desconocido, del instinto de supervivencia por encima de cualquier código moral y, por encima de todo, del amor. Porque lo que viven los protagonistas es una auténtica historia de amor en un mundo temeroso de los retornados, que es como se denomina a los infectados que dependen de su dosis diaria para no saltar al cuello de sus vecinos. Para el caso lo mismo podríamos estar hablando de portadores del SIDA, inmigrantes o -si uno es más dado a los cómics- mutantes. Son seres humanos igual que nosotros, pero a la vez son diferentes. Y eso siempre da miedo y es motivo de odio.
Esta es la gran baza de Retornados, donde hay muy poca sangre pero muchos motivos de reflexión, que mantiene la emoción desde el primer al último minuto y que, aunque lo intenta, no nos permite ser optimistas.
El talón de Aquiles hay que buscarlo en sus actores, rostros televisivos canadienses que, sin hacerlo mal, no retransmiten lo suficiente como para conseguir una identificación plena.

Única tara en una historia angustiante y muy bien contada. 

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