miércoles, 20 de noviembre de 2013

MALAVITA (6d10)

Que Luc Besson es un enamorado del cine americano no es ningún secreto y ya se vio claro en una de sus primeras películas: Nikita, dura de matar. Por eso no es de extrañar que después de un tiempo centrado más en tareas de productor que de realizador y con la trilogía infantil sobre Arthur y los Minimoys como últimos títulos destacados su regreso al cine de acción sea con un homenaje a un género tan americano como el de la mafia.
Sin embargo, Malavita no es realmente un film de gansters, aunque los tenga, sino más bien una comedia muy negra aunque con dos representantes genuinos de ese género como son Robert De Niro (actor) y Martin Scorsese (productor).
Malavita explica la historia de una familia, antes los Manzoni, ahora los Blake, que se instalan en un pueblecito de Normandía como testigos protegidos después de que el cabeza de familia, Fred, delatara ante el FBI a todos sus camaradas. Así, veremos cómo su mujer y dos hijos deben adaptarse a sus nuevas vidas mientras él debe permanecer oculto en casa (cosa que por supuesto no hará) para evitar que los descubran, ya que lógicamente han puesto precio a sus cabezas. Pero hay costumbres que cuestan abandonar.
Dejando de lado detalles como el hecho de que todo el mundo en Normandía se entienda perfectamente en inglés con ellos, Malavita es una curiosa mezcla entre el cine costumbrista rural francés,  con ecos de Bienvenidos al norte, con la comedia de acción americana, aquella que en los ochenta tan buen se les daba a Ivan Reitman o a John Landis.
Con momentos brillantes como la escena del supermercado, Malavita es divertida y ácida, aunque intenta ponerse seria en algunos momentos con subtramas que nunca llegan a resolverse (la relación de la madre con el cura, el primer amor de la hija,...) para culminar (tras la declaración de amor definitiva al cine de Scorsese) en un clímax de violencia con aroma a cartoon aunque algo trágico para mi gusto.
Hay unas cuantas escenas que perdurarán en el recuerdo por su ingenio y sentido del humor, pero no las suficientes, insinuando que quizá Besson se está empezando a oxidar.
Sólo entonces se agradece la presencia de los tres grandes actores que la protagonizan: un De Niro que parece que empieza a levantar cabeza después de unos años bastante grises, Michelle Pfeiffer, que a sus  cincuenta y cinco años está más guapa que nunca, y Tommy Lee Jones, que con apenas unas pocas secuencias tiene suficiente para llenar las pantallas con su presencia. Junto a ellos los jóvenes John D'Leo y Dianna Agron cumplen con creces y sólo se echa en falta que no se les ocurriera (o quizá sí se les ocurrió pero no pudieron) ofrecer el papel de asesino que finalmente interpreta Jimmy Palumbo a Joe Pesci. La fiesta habría sido completa.

Entretenida de principio a fin no reluce tanto como el oro que promete, pero al menos es plata de ley. 

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