viernes, 29 de noviembre de 2013

LA HUIDA * (3d10)

Floja, floja, floja esta peliculilla de Stefan Ruzowitzky, un austríaco sin demasiado currículo (¿Kika superbruja cuenta?) que pretende ser un thriller policíaco cargado de violencia y se queda en un pastiche soporífero sin emoción ni por su historia, ni por su ritmo ni por sus interpretaciones.
La función arranca con los hermanos Addison y Liza (y un tercero que no pinta nada) teniendo un accidente de coche tras un atraco a un casino en una zona bastante desolada cercana a la frontera canadiense. Tras matar a un policía los familiares (a los que parece que se le quiere buscar un tono incestuoso que no termina de arrancar) deciden separarse (aun no comprendo porqué; ¿estará detrás de ellos los químicos manipuladores de La Cabaña en el bosque?), dividiéndose a partir de entonces la película en dos tramas paralelas, en la que él recorrerá un camino de violencia creciente y ella descubrirá el amor hasta que sus pasos se crucen de nuevo en una elegante casa donde celebrarán el día de acción de gracias.
Muchos son los errores de esta producción que pretende inspirarse en la magnífica Fargo de los hermanos Coen con la violencia (que no los diálogos) de Tarantino y donde lo único destacable son los paisajes nevados y unas pinceladas interpretativas de los veteranos Sissy Spacek y Kris Kristofferson. Por lo demás la dirección es deficiente, con planos que buscan la plasticidad artística y terminan siendo simples malos encuadres con pretenciosidad artificial y en la que los tres protagonistas son sorprendentemente espantosos. No es cuestión de pedir peras al olmo en el caso de Olivia Wilde, poco más que una chica mona de ojos preciosos y escaso talento, pero a Charlie Hunnam se le suponía algo de calidad y que se pretende codear con los grandes tras su paso por Pacific Rin mientras que el caso más fragante es el de Eric Bana,  un actor de prestigio que acostumbra a cumplir con creces y que aquí no parece tomarse en ningún momento en serio a su personaje.
Finalmente, la historia podría cumplir si estuviese bien narrada, pero no solo falla el ritmo, sino que los tópicos se repiten con tanta insistencia que es imposible mantener el interés por ella. La trama de un ex convicto que se mete en problemas apenas salir de la cárcel, la eficiente policía que no puede demostrar su valía porque el sheriff es además su padre…
Ruzowitzky configura una película cuyas intenciones parecen recordar a La venganza del hombre muerto, por aquello del cruce de personajes de vidas destrozadas que pueden conseguir una segunda oportunidad en el amor, pero que mientras la relación entre Colin Farrell y Noomi Rapace resultaba creíble en aquella, los personajes de Charlie Hunnam y Olivia Wilde no nos demuestran en ningún momento ni la justificación de sus sentimientos ni el hecho de merecer no ya esa anhelada segunda oportunidad, sino nuestra simpatía siquiera.
No es una historia de corazones rotos, sino de cabezas de chorlito que actúan sin lógica ni sentido y que encima, en el supuesto clímax de la cena final, parece querer predicar sobre la conciliación familiar y el arrepentimiento.

Moralina de rebajas en una película totalmente decepcionante.

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