lunes, 8 de julio de 2013

UN AMIGO PARA FRANK * (6d10)

Por fin llega a las carteleras esta simpática película que ya se vio en Sitges y se había definido como una especie de Intocable pero con robot. Afortunadamente no es así, y no lo digo porque no me agradara la película que protagonizaron François Cluzet y Omar Sy, sino porque si ya es difícil entrelazar comedia y drama sin caer en lo grotesco o la sensiblería -y en algún momento la obra francesa se acerca peligrosamente- repetir la jugada se me antoja tan complicado como cansino.
No, la película de Jake Schreier no busca la lágrima fácil ni la risa tonta del espectador, sino que le invita a entrar en una historia de amistad disfrazada de robos (¿o es una historia de robos disfrazada de amistad?) gracias principalmente al buen hacer de su protagonista Frank Langella, la mejor arma para conseguir que el film funcione y su historia sea creíble.
Nos encontramos en un futuro cercano y real, un futuro tan cotidiano que podría ser pasado mañana, ya que solo algunos detalles sutiles nos permiten distinguirlo de nuestro presente, como los videoteléfonos, algún coche eléctrico y el cierre de la biblioteca del pueblo por considerarse los libros en papel cosa del pasado en favor de las digitalizaciones. Lo más novedoso es, no obstante, la utilización de robots como asistentes domésticos para la gente mayor, de manera que hay un cierto recuerdo de Eva de Mike Maíllo (puede apreciarse algún atisbo de I.A. de Spielberg, aunque este ejemplo sí sería demasiado futurista).
Frank (Frank Langella) es un antiguo ladrón de guante blanco, divorciado y con síntomas de Alzheimer cuya hija Madison (Liv Tyler) está casi siempre en el extranjero por motivos de trabajo, por lo que solo recibe las visitas semanales (y breves) de su hijo Hunter (James Marsden). Por ello, éste decide regalarle un robot que haga las veces de cuidador y mayordomo. Al principio Frank no aceptar a su nuevo amigo, pues su única preocupación es apurar los últimos días de existencia de la biblioteca y tratar de cortejar a Jennifer, la bibliotecaria (Susan Sarandon). Sin embargo, la relación entre el anciano y el robot cambiará cuando el primero comprenda que puede aprovecharse del segundo para volver a su carrera delictiva.
Filmada con sensibilidad, que no con sensiblería, la película muestra con fortuna los problemas de memoria de Frank, comparándolos a la decisión que debe tomar él mismo sobre si borrar el disco duro o no del robot para protegerse de la policía, mientras el propio robot, por más que insista durante todo el metraje en qué no es humano, termina aprendiendo de Frank el sentido de la amistad y la lealtad.

Como colofón, cabe destacar los títulos de crédito finales acompañados de imágenes de robots reales, recordándonos lo cercano que está este futuro imaginario.

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