lunes, 6 de mayo de 2013

LA GRAN BODA (6d10)

Nos encontramos ante una de esas películas francamente fáciles de comentar, ya que de antemano se puede intuir lo que va a ofrecer y en ese sentido no engaña lo más mínimo. Enmarcada dentro de un estilo específico de comedia romántica siguiendo la estela de , por ejemplo, Los padres de ella, se compone de una historia de enredos y malentendidos sin traumas demasiado fuertes (la comedia siempre prevalece, a diferencia de las comedias románticas de los noventa representadas por Meg Ryan o Sandra Bullock donde en ocasiones la melancolía terminaba por empapar las películas de tristeza, aunque solo sea porque ese tipo de films siempre ha tenido una segunda vida en la venta de sus bandas sonoras y las canciones tristes venden más que las alegres;  otra cosa es diferenciar si es comedia buena o no), con un ambiente generalmente ostentoso (enormes casas familiares con hermosos paisajes alrededor,  si es con posibilidad de lago, mejor) y un buen reparto (en este caso, extraordinario), capaz de aunar nombres con talento,  jóvenes guapos y algún punto intermedio que esté próximo al público objetivo, es decir,  mujeres de mediana edad en adelante. Una última posibilidad es la incursión de un personaje ligeramente externo a la trama como punto cómico (al estilo del cura que interpreta Rowan Atkinson en Cuatro bodas y un funeral).
La historia es enredosamente simple: Don es un hombre divorciado con dos hijos naturales y uno adoptado que vive actualmente con su pareja actual, la exmejor amiga de su exmujer. Todos se reúnen para la boda del hijo adoptado, a la que también asistirá la madre biológica del mismo y su hija. El problema es que estas son profundamente católicas y contrarias al divorcio, por lo que el joven, temiendo decepcionarlas, pide a sus padres adoptivos que finjan que siguen casados, con los equívocos, complicaciones y alborotos que ello conlleva (dato curioso: la madre biológica es colombiana y no sabe ni papa de inglés;  en la versión española,  para mantener los chistes derivados de los problemas de idioma, la han convertido en brasileña y todos tan contentos).

Como ya he dicho, el punto fuerte de la película es el reparto, siguiendo el esquema antes mencionado. Así,  tenemos a tres actores de sobrada calidad como son Robert DeNiro como el patriarca de la familia, Diane Keaton como se exmujer y Susan Sarandon como su pareja actual. Para la pareja enamorada tenemos a Ben Barnes (El retrato de Dorian Grey, Las Crónicas de Narnia: El príncipe Caspian)) y Amanda Seyfild (Mamma mia, Los Miserables) y los dos hermanos restantes son Tobey Grape (Spiderman 3) y Katherine Heigh (Anatomia de Grey y varias comedietas insulsas a cual peor). Y el secundario cómico lo compone el últimamente olvidado Robin Williams. Un reparto de lujo que conforman la mejor (y casi única) excusa para acercarse a una película de buenas intenciones y sonrisa fácil, pero que no llega a conseguir una carcajada abierta en ningún momento y a la que se le echa de menos un poco más de mala baba y diálogos más brillantes. Todo lo que sucede termina siendo completamente previsible,  con un final obligatoriamente feliz, perdonándose todos a todos y más contentos que unas monas. Pero teniendo en cuenta que eso es justamente lo que se espera de una película así, pues sería tonto sentirnos engañados o decepcionados.

Aceptemos esta lujosa invitación de boda, pasémoslo distraídamente bien un par de horas y olvidémosla al volver al mundo real. No hay que pedirle más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario