viernes, 22 de febrero de 2013

HITCHCOCK* (5d10)

Cuando se pretende realizar un biopic sobre uno de los más célebres e influyentes directores de la historia del cine lo menos que se puede hacer es pretender que su historia esté a la altura del personaje y que sea dirigida por alguien con unas capacidades demostrables para acercarse al menos al perfil del artista. Cuando en 1992 Sir Richard Attenbough acometió su biografía de Chaplin indagó en los recovecos de la mente de ese personaje que para el gran público no pasaba de ser un comediante con traje y bombín y bigotillo a lo Hitler, y gracias además, al impresionante trabajo de Robert Downey Jr. la película resultó un excelente ejercicio para acercarse a la personalidad del genial actor y director. Más fácil lo tuvo un par de años más tarde Tim Burton para descubrirnos a todos al que estaba considerado el peor director de la historia del cine, Ed Wood, en otra brillante recreación del Hollywood dorado y, Johnny Deep mediante, destripar una mente enfermiza y torturada del que apenas sabíamos nada aparte de su espantosa herencia fílmica. En el título que nos ocupa hoy, sin embargo, nada hay que pueda compararse a esas dos obras geniales que he citado. Ni el director Sacha Gervasi ni su actor protagonista, Anthony Hopkins, están a la altura de lo esperado, siendo los principales culpables de una película que se prometía interesante y termina flojeando más que un telefilm de sobremesa. Claro que eso es lo más fácil cuando el director debuta en ente oficio, después de que lo más destacado de su trayectoria en Hollywood sea el libreto de La Terminal, se Spielberg. Así, su dirección resulta plana y el ritmo de la acción es lento y soporífero, dando la sensación de no saber en ningún momento sacar partido del magnífico reparto que le han puesto entre manos. Sobre Hopkins, no voy a dudar aquí de su capacidad interpretativa – ¿qué duda cabe de que se trata de uno de los mejores actores que existen?-, pero o bien no se llega a creer nunca el personaje o la abusiva cantidad de maquillaje que le cubre el rosto le impide no ya interpretar con brillantes sino simplemente gesticular lo más mínimo (posiblemente ni andar siquiera, ya que apenas hay escenas de cuerpo entero del orondo director). Un maquillaje, por cierto, que ronda la caricatura y que recuerda más a productos patrios como Muchachada Nui o el clásico Força Barça de Alfonso Arús que a una superproducción de cine. Quizá el error haya sido buscar un gran actor y querer convertirlo a la fuerza en un clon del británico Alfred, cuando lo mejor habría sido o bien conformarse con que el parecido fuese mínimo a cambio de ganar calidad interpretativa o restar esa calidad pero buscar a un actor menos de mayor semejanza. Sea como sea, el resultado final es el mayor desaprovechamiento de un gran artista que se pueda recordar.
Pero quizá el mayor responsable de la decepción sea el guionista,  John J. McLaughlin, que a partir de un libro de Stephen Rebello pierde el rumbo al enfrentarse a la vida de Hitchcock sin tener bien claro lo que quiere contar. Una vez más estamos ante una película que podía haber tomado dos rumbos diferentes, y que querer abogar por ambos a la vez hace que el resultado sea pobre y simple. No estamos ante una biografía completa de Hitch, no nos explican sus orígenes, sus motivaciones, su etapa británica o sus primeras películas, pero tampoco es un estudio profundo y reflexivo de una etapa concreta, centrándose más en una faceta de su vida que en el conjunto, como trató de hacer con mayor fortuna Simon Curtis en Mi semana con Marilyn. La idea de centrarse más en el rodaje de Psicosis que en la vida de Alfred Hitchcock podría haber resultado adecuada si al salir de la proyección hubiésemos descubierto los secretos de dicho rodaje, pero tampoco es así, pues tras hora y media de película lo único que sacamos en claro es la obsesión del director por sus actrices (por amarlas y maltratarlas), sus desavenencias con una parte de la productora que no creían en el proyecto y la influencia de Alma Reville en él. Poca cosa para un personaje tan interesante y complicado, cuyas principales anécdotas reflejadas en el film son tan populares que es difícil que el cinéfilo medio descubra nada nuevo que le pueda sorprender.
Pese a todo, la película no es un despropósito total, claro está. El resto del reparto es tan impresionante que hacen subir el nivel de la media con su sola presencia, pero precisamente por ello se queda uno con la sensación de que con muy poquito esfuerzo se podría haber logrado algo mucho más interesante. No saber sacar apenas partido de la magnífica Hellen Mirren o el intenso Danny  Huston (¿qué tal si la película hubiese sido algo del tipo “Alfred y Alma” y se hubiese centrado más en la propia relación que en su faceta de director?), o permitir que Scarlett Johansson,  Jessica Biel o Tony Collette simplemente pasen por ahí, son errores casi imperdonables para el novato Gervasi que se ha estrenado en este mundillo con un proyecto que, desde el primer momento, le ha venido grande.

Habrá que esperar a que llegue a España la película para televisión The Girl, esta sí centrada en la relación entre Hitchcock (Tobey Jones) y Tippi Hedren (Sienna Miller) durante el rodaje de Los Pájaros, a ver si puede aportar algo nuevo a la figura tan conocida y desnudada hasta la saciedad del realizador de Con la muerte en los Talones.

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