martes, 5 de febrero de 2013

EL ÚLTIMO DESAFÍO (8d10)

Hace ya algún tiempo que se nota que vuelven los ochenta. Regresan grupos musicales míticos, se vuelven a vestir ropas que dábamos por muertas, se estrenan remakes de películas que eran carne de videoclub... Así que ahora les toca a los actores hacer acto de presencia. Cuando Schwarzenegger terminó su periplo político y anunció que volvía al cine todos los que estamos en la línea de la cuarentena (lustro arriba, lustro abajo) aplaudimos a rabiar, pues en su campo era sin duda el mejor y algunas de sus obras merecen pasar a la historia del cine, caso de Terminator, Depredador o Desafío total. Por si fuera poco, los remakes o secuelas que se han hecho sin su presencia (Conan con Jason Momoa, Desafío total con Colin Farrell o Terminator Salvation con Sam Worthington) han ayudado a agrandar aún más su fama. Tras los cameos en Los Mercenarios 1 y 2 (verdadero homenaje a esos grandes e hipermusculados iconos ochenteros) Arnie regresa como protagonista, y eso, por sí solo, ya es todo un acontecimiento. Con lo que no contábamos nadie (ni el propio Schwarzie, me imagino) es con que los cuarentones no llenamos las salas de cine, y para los chavales de quince a veinte años el austríaco no es absolutamente nadie. Así,  El último desafío,  pese a sus esfuerzos de marketing (curioso como en América el actor compartía cartel con Johnny Knoxville, famoso entre los jovenzuelos pos sus bobadas en Jackass, en muchos países de Europa destacaban más a Forest Whitaker, actor de prestigio con Oscar incluido,  y aquí en España Schwarzenegger copaba toda la atención de la publicidad, aunque quizá habría valido la pena destacar un poco también a Eduardo Noriega), será recordada como el mayor fracaso de taquilla de Arnie, por más que estoy convencido que cuando llegue al mercado doméstico otro gallo cantará,  como pasó con otro producto con regusto a los ochenta como la más que correcta Dreed.
Y lo cierto es que El último desafío es una muy buena película. No una obra maestra pero sí una producción muy recomendable que se disfruta de principio a fin y con grandes dosis de acción y humor repartidas con inteligencia. Además, el reparto coral evita la posibilidad de empacho austriaco (como sucede en ocasiones con películas de Tom Cruise), que hay que reconocer que los años pasan para todos incluso para Terminator.
Dirigida por Kim Jee-Woon, realizador coreano que aterriza en Hollywood suavizando algo los rasgos más característicos de su cine pero filmando escenas de acción con maestría y sin permitir que el ritmo se le escape de las manos, la película cuenta la historia de un veterano sheriff retirado voluntariamente a un tranquilo pueblo fronterizo donde nunca pasa nada, que resulta ser un punto estratégico fundamental para los planes de huida de Gabriel Cortez. Unos planes, por cierto, calculados hasta el último detalle y cubriendo cualquier eventualidad, no dejando nada al azar. Nada, excepto claro está, la intromisión de un sheriff veterano y cabezota.
Pese a la edad volvemos a tener al mejor Schwarzenegger, con ese estilo suyo tan personal y su sentido del humor y la ironía que lo caracterizó, pero consciente además de sus limitaciones, con diversas alusiones a su edad y bastante autoparodia. En pos de proteger al pueblo que lo ha adoptado forma un curioso grupito entre ayudantes y voluntarios formando, volviendo a las referencias de los 80, una versión/homenaje al Equipo-A. Veamos, repasemos: tenemos al jefe (el gran Arnie), al guapo (Rodrigo Santoro), el loco (Johnny Knoxville), la chica (Jaimie Alexander, la Sif de Thor) y como variante étnica, el cambio de un negro Baracus por un mexicano (Luis Guzmán,  ese actor cuya gigantesca estatua de bronce corona la universidad comunitaria de Greendale).
Brilla además con buena nota la presencia española de Eduardo Noriega, haciendo una vez más de villano, con el punto de locura y cinismo adecuado, encarnando a la perfección a esa gran amenaza que todos temen.

En resumen, gran retorno del héroe al mundo del cine en un espectáculo de puro disfrute. Si conseguirá meterse de nuevo al público en el bolsillo solo el tiempo lo dirá. 

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